Cuántas veces habremos escuchado decir ‹‹Al mal tiempo, buena cara››. Para Alfredo Landa, ‹‹El sentido del humor consiste en saber reírse de las propias desgracias››. No vivimos tiempos alegres debido al coronavirus o COVID-19. Ya no sabes cómo llamar al germen que nos lo está poniendo más difícil. Lo veíamos distante cuando campaba por tierras mandarinas, como un esputo ambiental sin pretensiones migratorias. Es lo que tiene el mundo de la globalización: nos permite compartir lo bueno y lo malo. Pocas veces hacemos caso a los cómicos y, si recapacitamos un poco, vemos que son los gurús de un mundo cambiante por segundos. Quien no recuerda una de las frases con las que el cómico Pablo Chiapella se ha hecho famoso: ¡Que viene, que viene! Eso ha pasado con el coronavirus. Nadie pensó que iba a venir y llegó. Quien no lo quiera reconocer, que tire la primera piedra... si es posible apuntando hacia el bicho. Y si tenemos que lapidarlo que sea con humor. Toca atrincherarse para ver desde la barrera cómo cae la bestia, con el apoyo de los animalistas. Llamarlo bichito es un piropo demasiado bonito para este pedo microscópico. Lo que no mata la paciencia, no se ha inventado ni ha nacido.
¿Qué el coronavirus ha llegado?, mientras me pille dormido. Mira tú que listas son las marmotas y los osos polares hibernando. Habrá que improvisar para sorprender al virus con más aplausos en favor de los sanitarios que nos cuidan, como ayer por la noche.
El químico alemán Justus von Liebig declaró, hace más de un siglo, que la cantidad de jabón consumida por una nación era el mejor indicador de su civismo.
Cuando alguien viene a visitarte y quieres darle puerta, no hay nada como decir: Vamos a cenar que estos señores se quieren marchar. Las casas son tan pequeñas para una familia media que no sé cómo muchas se las apañará para acoger a un miembro más. Él sí que es un okupa ilegal. Se salta los semáforos en rojo con tanta rapidez que el departamento de multas está colapsado en la DGT. Los médicos investigan la existencia de una mutación daltónica en las personas y los fabricantes de semáforos, repasan los controles de calidad de su producción. Se han cerrado facultades, escuelas y otros centros de enseñanza. La educación se contempla desde la perspectiva semiótica gracias a la divulgación telemática. Se han cerrado cines no obstante, puedes improvisar tu propia película en casa; teatros, lo cual obliga a reírse de uno mismo frente al espejo; bibliotecas, pero puedes seguir entendiendo la vida como un libro abierto; comercios: ¿por qué no crear tu top manta propio; y bares aunque no dudo que el frigorífico será un buen tonel cervecero. ¿Que los competiciones deportivas se han suspendido?: monta tus campeonatos domésticos y coméntalos con el perro. No salgas de casa y explora el aburrimiento, adéntrate en la cueva de tu vida.
La desaparición meteórica del papel higiénico de los supermercados, ¿será porque nos cagamos de miedo ante el coronavirus? Las colas para comprar tabaco justifican las teorías freudianas sobre la satisfacción de necesidades orales. El estrés no nos deja respirar; ahora, la rutina asfixia mientras te aburres con ganas. Y disfruta.
El apagón que sufrió Nueva York el 9 de noviembre de 1965 incrementó los nacimientos en un 20%. Si eres de los que ha decidido desplazarse andando a todas partes para evitar los vehículos cerrados (metro, etc), además de abrir sendas ecologistas, se te va a poner el culo como una piedra y ligarás un montón. Seguro.
Las batas blancas brillaron durante momentos construidos con espontaneidad y ritmo. Junto a Madrid Río, en pleno La higiene es importante para prevenir el contagio. No entiendo cómo nos cebamos con los políticos cuando son maestros en lavarse las manos. Ahora, las hacen por videoconferencia, vuelven los tiempos de Rajoy y el plasma… ¡qué momentos! Las preguntas del periodista, ¿se seleccionarán por orden alfabético o porque son correctas políticamente? Pablo Iglesias se ha saltado la cuarentena obligada al estar en contacto con su mujer, la ministra de Igualdad, Irene Montero. ¿Unas paperas o una cagalera le habrían motivado tanto? Si Santiago Abascal, positivo ante el coronavirus, está hecho un toro, ¿cómo se sentirá el de Osborne? El líder catalán, Quim Torra, ha llamado a su homólogo vasco, Iñigo Urkullu, para cambiar impresiones sobre la gestión de la pandemia. Los dos coinciden en la elaboración de un nuevo artículo 155 encubierto. ¿Dónde está el independentismo del coronavirus en el País Vasco y Cataluña?
Pedro Sánchez impone el confinamiento. ¡Si pedimos una pizza, que la traiga un dron no un rider! La cuarentena nos hará maestros en el cinquillo y la brisca.
Cuando alguna enfermedad ocurre a miles de kilómetros de distancia, es un hecho anecdótico; cuanto más se acerca, se convierte en prioridad. Las alarmas han saltado con impulso intercontinental. Si los xenófobos odian al coronavirus por venir de China, ¿por qué usan consolas y teléfonos made in esta nación? A pesar de que la prueba del COVID-19 ha dado negativa en Donald Trump, su gestión política sigue siendo un aborto.
Las pandemias ha dado mucho juego a Hollywood. ¿Brad Pitt se encargará de salvar al mundo con otra Guerra Mundial Z? ¿Corea del Sur preparará un Tren a Busan más barato que el AVE? ¿Will Smith volverá a decirnos Soy leyenda con un microbio modificado genéticamente? ¿Será el remake la cepa del refrito?
Una pizca de gracia endulza la monotonía del miedo que el coronavirus provoca. En vez de asustarnos, ¿no sería mejor enfocar el presente como una incomodidad adversa que no puede quitarnos el sentido del humor?
Moraleja: apartemos los ojos del ordenador, miremos al cielo, estiremos los brazos, apreciemos las cosas cercanas. La mejor forma de luchar contra el coronavirus es no magnificar un acontecimiento que no ha surgido porque sí.
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