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CINE Y ESPECTÁCULOS
CARTELERA CULTURAL

Histórico
 
 
 


EL INFIERNO MAGNÉTICO
Película "Valhalla Rising".

J. G.
(Madrid, España)

Valhalla Rising
Ficha Técnica Video

Desde que Mads Mikkelsen y el director Nicolas Winding Refn se conocieron en Pusher: un paseo por el abismo, su sintonía da buen juego. Esta conexión les funciona incluso en las historias más metafísicas como sincronía que prescinde de la palabra. La gestualidad es la pieza que arma el esqueleto de un mundo sin timón en el que la Historia se fragua con decisión particular. Ese entendimiento se traslada al siglo X en otro momento de comunión cuasireligiosa en donde la síntesis del guion fabrica una pieza de calidad épica, una obra de relojería donde la maquinaria mitológica, sin alcanzar la cota celestial, impone su valor simbólico. El realizador danés toca la injusticia y la locura con lentitud elegante.
La mezcla de lo devoto con lo pagano catapulta el agobio marcado por la Historia. La esclavitud y soledad acaparan la pantalla con uñas afiladas. El cielo y la tierra se funden en un elemento nómada que circula por tierras solitarias. La violencia comienza con lo inhóspito, la aparición del hombre violenta una tranquilidad yerma; representa la autoridad, la supervivencia, la supremacía del sometimiento, la organización de peleas que anticipan una batalla gladiadora. Las reglas no existen en un entorno donde dos son multitud. One-Eye es el reo encadenado al destino que vigila sin acosar, defiende su territorio, y, lentamente, nutre una ira que desata sin compasión.

One-Eye (Mads Mikkelsen), todavía esclavo, siendo preparado para una lucha a muerte organizada por el clan de vikingos que le mantiene preso  
One-Eye libre no es piadoso

La fuerza del inicio, volcada en el exceso, se cubre de sangre a través de energía sobrehumana enjaulada que espera tomarse la justicia por su cuenta. La bestia encadenada rompe los grilletes envuelto en ira; el guerrero esclavizado no duda en utilizarla para alcanzar sus objetivos, el hombre libre abre camino hacia la batalla en busca del lugar sagrado. El protagonista sólido se instala en el silencio y la frialdad de su mirada cíclope, poderoso físicamente e intimidatorio por la contundencia de sus decisiones. Sus pasos se dejan guiar por el instinto, por la confianza del dios terrenal que incomoda a compañeros en un camino atropellado. Sólo el niño que antes alimentaba al encadenado afirma una procedencia infernal que no debe encolerizarse, entiende su mudez para convertirse en traductor de este mutismo e hijo adoptivo.
La lucha realista de la primera mitad da paso a un espacio alucinógeno, cargado de elementos simbólicos y actitudes ceremoniosas. Si este tramo inicial supone una liberación, el rumbo equivocado confunde las intenciones de los acontecimientos posteriores. Las enloquece, incluso. Refn delimita tres instantes clave de un periplo interpretativo, con lecturas diversas: la presentación cruel, desagradable por momentos, del comienzo; la autoliberación de One-Eye, un trayecto en barco con elementos vikingos; la llegada a paisajes inesperados. La narración del recorrido marítimo se atreve con el riesgo estético, la cámara descubre elementos fantasmagóricos en una ruta acompañada por la niebla pictórica y el agotamiento, decididos a romper los sueños conquistadores. Las apreciaciones fantásticas abren la interpretación dentro del espectador. La película va directa al hígado por su dureza y realismo.

Maarten Stevenson interpreta al chico que no se separará de One-Eye  
Momento previo al sacrificio aceptado por One-Eye

La capitalización de una fe inflamada endiosa su carácter temeroso y divino, casi inalcanzable (también debido al fracaso de la misión). La travesía emprendida con corazón templario en busca de Tierra Santa se viste con alegorías creyentes: la cruz grabada en la espada, el agua purificadora, la entrega al sacrificio del martirio.
El lugar errático se siembra de locura que destruye a los guerreros con tiempo. Las imágenes son intensas, hipnóticas, molestas, dibujan el estado anímico de los personajes. La esperanza de mercenarios aventureros enloquece ante un final imprevisto mientras la intranquilidad y el enfrentamiento crecen. Todo es onírico en un viaje concebido para disfrutar sus dosis altas de dramaturgia teatral.

 

J. G.


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