La sencillez expositiva coordina Los chicos está bien. La historia abigarrada trasforma su contenido en un cinta entendible y actual sin planteamientos sesudos. La nominación para cuatro Óscar se antoja exagerada. El listón es demasiado alto para una película de corte independiente que encontrará reparos en las salas comerciales. Encaja en las sesiones golfas de los fines de semana sin que ello signifique que deba esconderse en el gueto de los cinéfilos incondicionales. Es rompedora sin buscarlo, con sabor independiente. El largo dirigido por Lisa Cholodenko derrocha frescura e inteligencia: viniendo de Berlín y Londres, no tiene nada quede perder. |
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La normalización de la sociedad debería romper el corsé de los prejuicios. La familia regentada por mujeres, que no es sinónimo de matriarcado, está rompiendo moldes gracias a la inseminación artificial. El avance no dirige una asimilación que tarda en llegar con sus carencias y virtudes. La ruptura está presente sin obstáculos ni defensas, el cariño reconforta igual. ¿Para cuándo vamos a romper los estereotipos homoparentales que ponen por encima el sexo del ascendiente? La imposición de una sociedad cínica castra la elección libre. La premisa de una convivencia que ha decidido romper esta norma tampoco va más allá de lo anecdótico. Los chistes aceptan con humor una postura comprometida que no aspira a eso. El aspecto menos importante de Los chicos están bien es la unión del espermatozoide y el óvulo sino la necesidad de educar una vida. |
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Los padres tiene el derecho a decidir sobre la concepción de sus hijos y estos poseen el privilegio de conocer a su progenitor. La realizadora no lo presenta como una cursilería manida sino que la curiosidad adolescente destapa esta necesidad. La comedia romántica tapa la carga social. El conformismo de un mundo paradisíaco oculta la fuerza del debate.
Las buenas vibraciones de unos se convierten en intrusismo para otros. La vida emprendedora de Nic y Jules funciona hasta la aparición de Paul. Las relaciones se distancian, se confunden, incluso pueden llegar a temer por su ruptura. La suya es una relación abierta que potencia el cariño sobre el amor lésbico, con dos hijos a su cargo. Surgen los celos típicos de toda relación, se hiere el amor propio, aparece la confusión sexual. Hay relaciones que se distancian y otras que se descubren; la estabilidad llevada hasta hoy teme por su ruptura. |
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La banda sonora lujosa, con temas de David Bowie o Joni Mitchell, remata el espíritu juvenil de una película con altibajos. El aire rebelde de Los chicos están bien recuerda a la cinta homónima que The Who estrenó en 1979. El comienzo gamberro simboliza esa época de juventud en monopatín que circula por el filo de las emociones fuertes. |
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