Algunos policías se saltan las reglas morales a su manera sin evaluar lo que eso conlleva. Se toman la justicia por su mano creando una ley de estilo libre. En “Blitz” esta prepotencia sale fortalecida; abuso en todos los sentidos: desde el punto de vista sexista, de chiste homófobo y jerárquico dentro del cuerpo policial. Se reafirma la figura del poli duro, callejero, inmune ante el despotismo que practica sobre una baja calaña social: la misma que le sirve como informadora. Tom Brant es un patrullero todoterreno y un psicópata de potencial regeneración. Un esquema individualista que resuelve la ley a su manera, algo sucio y pedante.
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Ken Bruen acentúa su novela homónima sobre el crimen de ficción oscuro y las historias de detectives. El director de “Blitz” consigue recrear sus páginas en el ambiente oscuro del Londres policial gracias a la guionización de Nathan Parker y el propio Bruen. Lo políticamente incorrecto se llama Brant, su actitud de justiciero bateador deja ver un psicho-killer noctívago. Es otra rata dentro de la fauna que compone una historia empapada de muertes relámpago. El personaje que interpreta Jason Statham tiene bastante de policía ordinario. Durante su trabajo cambia el verbo investigar por urgar y su metodología no entiende de paciencia. Conocedor de todos los garitos barriobajeros londinenses, es un chulo jugetón con una doble moral policiaca.
Brant huele a matón amparado por una placa de gendarme madero.
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Londres se encuentra infectada por la saña de un asesino psicópata que no pone remilgos en dejar su huella. Anónimo, con pinta de hoolligan, Barry Weiss (Aidan Gillen) entiende el asesinato como placer. Su personalidad contradictoria mezcla infantilismo con inmadurez sádica. Amante de los concursos televisivos y la celebridad sanguinaria, descubre en la prensa la mejor publicidad para sus asesinatos. Carne de portada que mantiene en jaque un ritmo visual de aceleración entretenida; duro golpe a los periódicos sensacionalistas.
"Blitz” resulta desagradable, castigadora e implacable: entretiene a golpe de balazos. |
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Esta historia de policías al uso despliega un baño de modernidad en una ciudad desangelada. El efectismo de su acción escapa a los vastos decorados y escenas corales. Para matar no hace falta un gran despliegue visual; por ello es sucia y cercana. Londres, en “Blitz”, no aparece como una capital turística, resulta más cruda y auténtica; deprimente con un toque de prosperidad urbanística sin Big Ben ni Trafalgar Square. El sureste londinense se envuelve de impresionismo.
Junto a Robert De Niro, Paddy Considine, como sargento Porter Nash representa una manera diferente de enfocar la investigación policial. Éste, más sofisticado y moderno, coincide con su futuro compañero en guardar un pasado de turbia reputación. Inconformismo frente a rigor metodológico; imagen de Starsky y Hutch modernos. El lado femenino de "Blitz" es un ejemplo de policía reinsertada y amante de las viejas adicciones que sigue el patrón de doble moral marcado desde el inicio de la película. |
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Estamos ante una película de acción intensa donde la sangre refleja una realidad que dispara a quemarropa. Su sobrada insistencia en ser protagonista adquiere un pringue innecesario. La música de “Blitz” es consustancial a su acción y sus decorados. Las localizaciones se adhieren a la música de Kasabian, The Quemist o Goose como metralla que ningún chaleco antibalas puede detener.
En alemán, “blitzkrieg” significa, guerra relámpago. “Blitz” es una pulga que enciende la rabia de un perro policía sin adiestrar. |
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