|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
... Y EL MUNDO MUERE CON UNA SINFONÍA
Película "Melancholia"
J. G.
(Madrid,
España)
|
|
|
|
Ficha Técnica |
Video |
Banda sonora |
|
|
El mundo del apocalipsis, versión pagana, renace en forma de terapia ensoñadora con lo último de Lars von Trier. La vida conducida hacia el fin en un mundo plagado de soledad y cambios temperamentales. El director danés raya el extremo, partiendo de su público: detractores convencidos y defensores a ultranza; el término medio es una zona muerta que no encaja con la particularidad de alguien que se niega filmar películas que no hayan salido de su corazón. Con “Melancholia”, von Trier deja atrás el sambenito de anticristo, purificándose en su Armagedón particular, bello y catastrófico; de degeneración progresiva. Es un monstruo en constante cambio, igual que los planetas, adicto a los estados depresivos siempre que no está detrás de una cámara. La muerte, como fenómeno natural, es un proceso evolutivo; su acercamiento: una actitud romántica, limpiadora. Engrandece a una Humanidad minúscula y egocéntrica. Lars von Trier propone en “Melancholia” un ritual de celebraciones épicas.
|
|
 |
|
|
La vida concebida como un mosaico. La cuenta atrás comienza desde las primeras imágenes; “Melancolia” lanza un ultimátum bello, navegante en el silencio espacial, a la continuidad del Universo. Destrucción y comienzo. Se juega con la materia y el tiempo a lo grande, rodeado de fasto elegante y de la soledad más vacía. Es una orgía de placeres elitistas (el entorno), mundanos (la vanidad) y angustias; cortantes como el filo de una navaja; silenciosos y realistas. Dramatismo elegante. La soledad, la vida inventada, la necesidad de integrarse en la rueda social a través del sentimiento pasando por la eucaristía; formalismos burgueses. La primera parte de “Melancholia” da el triunfo a la honestidad nostálgica frente a los convencionalismos espitituales. ¿Habrá visto Justine las puertas del infierno? Su mundo da un giro inesperado, su futuro cambia de dirección. La belleza aparece desangelada, su cara es la expresión del alma; grita libertad.
|
 |
|
|
El empezar por el final rompe el planteamiento formal al estilo clásico. El desenlace no es lo imponte sino el desarrollo del caos pragmático. “Melancholia”, en su comienzo, muestra la belleza de un mural troceado en imágenes plásticas; es una obra emocionante, exclusiva e imperecedera. Es una colección de imaginería simbólica sobre pinceladas perfectas y armoniosas; de obligada retención mental para su posterior idenificación. El preludio wagneriano de "Tristan und Isolde" envuelve a estas imágenes en conjunción cósmica, marginando la violencia de su contenido. Música e imagen caminan de la mano por la pasarela de la vida sobre el precipicio del destino. Escuchando al genio alemán hay que dejarse llevar por esta imaginación planetaria, a caballo entre el universo de Gustav Holst y el Stanley Kubrick de espacialidad cromática. Silencio, música sin palabras, torbellino melancólico, camino que se abre senda en la amplitud oscura del Universo. Planeta Melancholía. Beso estelar con la Tierra, espermatozoide sigiloso que fecunda el óvulo terráqueo: hermoso por fuera, vacío en su interior. El hombre es sinónimo de soledad externa en “Melancholia”. |
 |
|
|
Lars von Trier busca salida a un mundo depresivo a través de su final. Justine (Kirsten Dunst) es un nuevo ejemplo de heroína renacida, melancólica genérica; Claire (Charlotte Gainsbourg), el derrumbe progresivo de la sociedad terrenal. Las protagonistas de su nueva película representan mundos antagónicos, estados mentales divergentes unidos por la sangre, separados por una concepción vital cambiante durante el desarrollo argumental. La relación entre ambas es una fuerza motriz cambiante donde la solidez de Claire se derrumba y Justine gana a la desidia para crecer en su melancolía a medida que el final se acerca. El ostracismo silencioso de Justine sale del útero carcelario en el que ha estado encerrado. A Claire, visceral, le cuesta desprenderse de la vida; se viene abajo, acercándose a la muerte con más rapidez que la deseada. La cuenta atrás va implícita en la recuperación de Justine. Su melancolía sonríe viendo el final cercano; impregna a los demás de una carga eléctrica serena. El racionalismo de Michael (Alexander Skarsgard) sucumbe al romanticismo melancólico de un planeta que sigue su destino, saltándose los formulismos científicos. |
 |
|
|
El canto a la soledad triunfa en “Melancholia”. Lars von Trier envuelve la trama con lirismo cínico y tragedia plácida. La crueldad radica en los personajes que arropan esta historia hermosa y cruel. El silencio que invade la gran explosión es un zarpazo bajo el que se esconde el alma melancólico de Lars von Trier. Por qué no recordar el cuadro de Millais junto al poema de Rimbaud, con Ofelia dejándose llevar sin vida, como un lirio inmaculado, flotando melancólica, igual que Justine.
“Melancholia” tiene una primera parte dedicada a la celebración y una segunda basada en la preparación. |
|
|
|
La
revista Photomusik no se hace responsable
de las opiniones de sus colaboradores
expuestas en esta sección.
Texto: www.photomusik.com
©
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
| | |