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FALLIDO CINE NEGRO
Película "Una bala en la cabeza"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Banda sonora |
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Esta producción, firmada por Walter Hill (“Calles de fuego”, “Danko: calor rojo” o “Invicto"), envuelve más interés por estas credenciales que por el desarrollo de su contenido; aspecto Aspeto que despista y defrauda sin concesión, excepto a los amantes del pasado. Su textura de cómic ochentero nos devuelve a épocas más gloriosas del cine negro, cuando lo importante no resdía en puñetazos de taberna lanzados a troche y moche. Bien construída, se pierde entre las sombras del thriller mamporrero y sentimental, en la figura de Sylvester Stallone.
Nos atrae con la relación que surge, planteada desde el comienzo, entre sicario y policía; estableciéndose un vínculo entre los dos lados opuestos de la ley. Huele bien, y la ubicación de Nueva Orleans como escenario para esta convivencia resulta explosiva. Es cine negro en toda regla. Cuando Stallone está por medio, hay que apartar la ética de los acontecimientos, para esperar acción voluminosa.
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Igual que en el disco “Oceans of Fantasy", editado por Boney M. en 1.979, el personaje de James Bonomo (Sylvester Stallone) nos adentra en una historia de intrigas policiales, presentándose como víctima del Sistema y cantando, con su voz resinosa, aquello de "This is the story of... El Lute”. Este sicario, retirado de la circulación, jamás pensó que volvería a despertar antiguas cualidades y, mucho menos, compartirlas con un tipo educado en la nueva escuela policial: metódica y tecnificada. La de Sly es un justicia bruta. Un perro viejo que pregunta después de disparar.
Su agilidad militar (exprimida durante la saga “Rambo”) desaparece para mostrar a un hombre menos obsesionado por el heroísmo patriótico, de gesto acartonado y patético. Resulta frío y nada chistoso en este vacío de expresividad sicaria. Sarah Shahi (Lisa Bonomo) se encarga de alimentar su vena tierna y paternal. Así es Sly; más patetismo en una cinta de estética retro, muy cuidada gracias a su estética oscura. La corrupción urbanística se toca de refilón, sin interés para una película que decrece en valor mientras la acción se salpica de chistes tontorrones. Los exteriores se acomodan muy bien a un guión áspero. |
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Estética que recuerda una época mejor, ausente de efectos visualmente, lo mas sobresaliente de esta cinta. Hay una mezcla interesante entre lugares con clase (el centro de convenciones Ernest N. Morial, el Harrah’s Casino o la famosa Magazine Street) hasta la central eléctrica abandonada Entergy, escenario de la pelea final: más psicópata que justiciera. Los recuerdos debieron aflorar en la mente de Walter Hill ya que fue aquí donde dirigió su ópera prima, “El luchador”, protagonizada por Charles Bronson, en 1975.
La actuación de Sylvester Stallone, arruina un largo que podría haberse convertido en metraje a tener en cuenta dentro del cine negro. Los años humanizan al bíceps más brutal. |
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