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EL HOMBRE NO ES UN LOBO PARA EL HOMBRE
Película "Marcos, el lobo solitario"
J. G.
(Madrid,
España)
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Feral Children |
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El entorno donde ejercitas la destreza de tu infancia es un factor determinante en nuestro crecimiento personal. Como cantaba Serrat evocando a Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”; claro que... hay maneras de recorrer esa senda: con alegría o con el dolor provocado por la supervivencia. Las condiciones ambientales dentro de las que crecemos nos forman; la Naturaleza aguza los instintos. El hombre marca los tiempos en una carrera de intereses desmedidos. Los humanos nos ocupamos de acoger la maldad en nuestros pensamientos, la Naturaleza se limita a seguir el círculo de la vida.
El documental que le llevó a Gerardo Olivares a seguir la historia del Niño Salvaje de Sierra Morena, durante cinco años, aporta el testimonio directo de una persona que, por causas externas a su intención, se vio abocado a integrarse con los lobos. "Marcos, el lobo solitario" es una experiencia narrada con la sencillez de un hombre que conoce de primera mano el lado animal y humano que nos rodea.
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La crianza de personas entre animales no es nueva. Harlan Lane, escribió en 1975 el libro “The Wild Boy of Aveyron”, documentando 175 casos de niños hallados con vida en un entorno animal (sinónimo de salvaje). ¿Acaso nos llevamos las manos a la cabeza cuando pensamos en Rómulo y Remo? La historia de Marcos Rodríguez Pantoja no es menos relevante que la leyenda sobre creadores de Roma. La convivencia entre lobos le proporcionó el hogar que no tuvo entre los hombres. El abandono propiciado por un padre alcohólico y una madre maltratadora le obligó a escapar para convertirse en uno más de la manada: conoció el afecto entre lametones y aullidos.
Gerardo Olivares se sirve de la trama documental, narrada en primera persona, para contar la historia de este hombre que recela de los humanos y añora a los lobos. “Marcos, el lobo solitario” no debería parecernos tan lejana en el sentido de que todos vivimos en manada, bajo una normas... con la diferencia de que el hombre socializado es capaz de anteponer la maldad a la bondad. Marcos no conoce a Rousseau ni a Hobbes; se reiría de ellos con su sabiduría agreste que no divaga entre elucubraciones morales. |
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El carácter de Marcos Rodríguez es un ejemplo de persona feliz, y marcada, a la que envidiamos y de la que nos compadecemos. En él se concentran lo bueno y lo malo del hombre; es una víctima de su entorno y un alma bondadosa. El ser humano le produce desconfianza, acentuando en sus palabras la sinceridad descarnada, tan dolorosa porque a nadie nos gusta que nos digan la verdad molesta a la cara.
Nos encontramos ante un hombre sin complejos, con capacidad de adaptación animal y nada moldeable. Ha sido privado del cariño humano y acepta la realidad sin rencor.
Solitario y necesitado de afecto, Marcos fue acogido por Manuel Barandela Losada, un policía retirado al que llamaba jefe en vez de padre. ¿Se proporcionaron compañía mutua o ambos jugaron por interés?
La convivencia con animales provoca un amor zoofílico, pensarán algunos; escuchando al protagonista de “Marcos, el lobo solitario”, observamos ternura. Entre lobos aprende a vivir, un nuevo lenguaje, a saber lo que es una familia. Recuerda aquellos años con felicidad y nostalgia; habla con la mirada. El trauma familiar le obligó a buscar refugio en algún lugar alejado del ser humano. |
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El hombre no regala nada; Marcos rebosa desconfianza, no se fía del hombre porque la sociedad no le ha tratado bien.
A sus 66 años, se somete al juego social sin abandonar sus raíces lobeznas. Hay lágrimas en el corazón cuando recuerda la cueva donde pasó la época más feliz de su vida con la compañía de unos lobos. Entonces se percibía el graznido constante de las águilas y las perdices; ahora: “¿escuchas...? Nada, no se oye nada”. No es un canto al silencio reinante por estos lares sino una denuncia contra la soledad que campa en ellos.
Sí, nadie da nada gratis y el hombre es malo: lo dice Marcos, pero cuántas veces lo pensamos y no nos atrevemos a expresarlo abiertamente; somos cínicos sociales por conveniencia y convivencia; él es un ejemplo de sinceridad arrebatadora que nos hace reír y reflexionar sobre el hombre.
La vida de Marcos Rodríguez Pantoja es un cúmulo de emociones que esconde un futuro incierto sobre el que no quiere especular; vive el día a día como mejor sabe: sin maldad y mirando a la luna con ojos de lobo enclaustrado. Eres libre y te envidiamos por ello, amigo Marcos. |
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