|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
LA PROFESIÓN MÁS VIEJA DEL MUNDO
Película "Joven y bonita"
J. G.
(Madrid,
España)
|
|
|
|
|
Ficha Técnica |
Video |
Banda sonora |
Entrevista director |
|
|
|
|
Entrevista actriz1 |
Entrevista actriz2 |
|
|
|
|
El descubrimiento sexual de la adolescencia, casi siempre, esconde el sinsabor de una práctica traumática. La nuevo de François Ozon, por debajo de En la casa, se adentra en el sexo mezclado con un sentimiento de amor inexistente. Se trata del deseo sin connotaciones eróticas tomado como venganza, donde su carácter manipulador rebasa la frontera de la moralidad. Ozon hace una película poco convencional sin ofrecer (que esconde) pistas sobre la trayectoria de los personajes. Arriesga en las imágenes a caballo entre la ninfomanía, el deseo y la curiosidad. Isabelle (Marine Vacth), rebosante de juventud en sus diecisiete primaveras, quiere ser mujer antes de tiempo. Sus ansias de experiencias maduras abanderan el apetito de una mujer adulta que no aparenta por mucha sensualidad aprendida gracias a Internet. La pérdida de la virginidad desvanece de su cuerpo y mente todo tipo de romanticismo para convertirse en un proyecto de feminidad fría. Este placer glacial alimenta los encuentros amorosos que moldean a una muñeca de trapo entregada a los placeres masculinos. Isabelle, inquietante en sus silencios, se trasforma en un saco de carne terso y bello sujeto a los caprichos varoniles de apetencia morbosa. Los hombres que circulan por su mente y piel se reparten en cuatro estaciones decoradas con cuatro melodías diferentes, entran a formar parte de su prostitución selecta trufada de varones granados.
|
|
|
|
|
Ozon serpentea por una oscuridad sexual basada en el movimiento rápido y el chorro lubricado, los embates animales y palabras insultantes. Reproduce las fantasías guardadas de una masculinidad rejuvenecida. El secretismo con que Isabelle oculta su atracción por lo desconocido es compartido por su hermano, protector del secreto con celosa intriga, mientras los padres permanecen ajenos a los impulsos de un hija poco comunicativa. Joven y bonita es el retrato de un alejamiento familiar, el arrimo a una nueva fuerza sexual: la trasgresora. La reacción escandalosa de la madre al conocer las prácticas de su hija choca contra la franqueza de un padrastro más tolerante ante una curiosidad que despierta, sutilmente, su pretensión incestuosa.
Puesto que el director francés no intenta justificar nada con sus imágenes, los continuos encuentros pseudo-eróticos se convierten en repetición monótona de antojos subrepticios. La prostitución de Isabelle no está movida por necesidades económicas (no lo necesita) sino por jugar con el carácter peligroso de la belleza erótica entendida a su manera. |
|
|
|
En la segunda parte, Isabelle sigue siendo joven y bella a pesar de que la sonrisa desaparece de su rostro. La juventud de su cuerpo se marchita con el paso de las estaciones sin rejuvenecer. Se queda estancada en la sexualidad provocativa e infantil. La escena en el parisino Puente de las Artes asienta esta intensidad carnal. Su frialdad se hace fuerte ante un segundo enamoramiento que pronto acabará. Ahora, la mujer utiliza al hombre como herramienta placentera con la que tampoco parece disfrutar. Es el espejo de un vacío interior que exterioriza la necesidad de encuentros amatorios pasajeros. Las apariciones de Charlotte Rampling como enlace entre una de sus muchas aventuras y la realidad, dotan a Joven y bonita de la sobriedad dramática que hasta ahora le faltaba. Las pocas palabras y sus caricias envueltas en la dulzura de un silencio erótico cierran, a modo de colofón mágico, una cinta mediocre sobrada de buenas intenciones. La adolescente insaciable se convierte en niña indefensa, y acobardada, a quien le han robado su frialdad inicial. Ahora, sí que podemos decir que Isabelle ha perdido su virginidad. |
|
|
La
revista Photomusik no se hace responsable
de las opiniones de sus colaboradores
expuestas en esta sección.
Texto: www.photomusik.com
©
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
| | |