En los años sesenta, España se disponía a recibir a Los Beatles. Encumbrado por su música y maldito por lo cáustico de algunas
declaraciones, Lennon se encontraba sumido en una crisis próxima a su ruptura sentimental con
Cynthia y profesional con su grupo. John Lennon expresó su malestar con
“Help”, un canción que Antonio desgrana en las primeras imágenes de
“Vivir es fácil con los ojos cerrados”, inicio de su periplo. La canción compuesta por Lennon es un grito de ayuda y Antonio intenta escudriñar en el alma de su ídolo. Su amor por la docencia se mezcla por su devoción hacia Los Beatles.
Para alejar los fantasmas que le agobiban, John Lennon probó suerte en el cine. Fue entonces cuando se supo de una nueva visita a España, ahora para protagonizar
“Cómo gané la guerra”, guiado de la mano del director Richard Lester.
España vive esta etapa con oscura timidez, todos lo sabemos. Época de patriarcado, los sopapos en la escuela, el peligro a quedarse preñada fuera del embarazo y el fervor musical beatlemaníaco. La aparición de Jorge Sanz, espejo de Antonio Alcántara en una familia patriarcal donde comerás huevos cuando seas mayor, nos enclaustra en un recuerdo maldito a
“Cuéntame cómo pasó”. El frescor lo trae la rebeldía del hijo gritando un mensaje de ayuda o help español: un Francesc Colomer, mejor recordado en
“Pa negre”. El destino junta las vidas de Juanjo, Belén (Natalia de Molina) y el omnipresente Antonio. El primero expresa su rebeldía a través de la huída, Belén personifica el escape de un mundo que tiende a repudiarla por manchar su juventud y Antonio es la luz de un sueño. Los tres se embarcan en una road movie entre el sol andaluz y la España paupérrima. Los tres son personajes con vocación de soñadores; a los tres les une un destino que les ha lanzado a escaparse de la realidad: un mundo plagado de convencionalismo, rutinas.
“Vivir es fácil con los ojos cerrados” es un retrato de la vida en los pueblos marginales, deseosos de que los americanos se dejaran caer por allí con sus grandes western, a ver si les caían algunas migajas. Lo mejor de esta película son los personajes de la España ramplona de entonces. Estamos ante un viaje en un 850 entre curvas de amargura y felicidad, el sentirse libres durante tres días y la sumisión al abandono de unas gentes que han aceptado su destino como valor estático.