En agosto de 1944, el último bastión nacionalsocialista es una ruina política. La noche del 24 al 25, una habitación del
Hotel Meurice alberga al enfrentamiento
educado entre desesperación y humanidad. El decorado lujoso, como este combate verbal, está lleno de misterio con puertas secretas y pasadizos. El vestuario atrapa por su cuidado y el montaje dota de ligereza la densidad de los diálogos. La persuasión es una táctica que seduce el razonamiento de la cuadratura mental nazi.