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TERMITAS
Película Edificio España
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha técnica |
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Las dictaduras se caracterizan por su megalomanía. El deseo de alcanzar lo grandioso siempre ha sido primordial dentro de su esqueleto político, proyectado al terreno ideológico. La arquitectura representa un buen modelo para vender esta imagen. En España, y más concretamente dentro de los dominios madrileños, la arquitectura ha servido al proyecto franquista para buscar sus expansión más allá del cielo. En 1948 comenzaba la construcción del edificio España, una idea de grandes proporciones tanto físicas como políticas. El inmueble se comienza a construir en 1948 por la Compañía inmobiliaria Metropolitana (propiedad de los Otamendi). Su edificación buscaba la proyección internacional del franquismo. Sería un edificio equiparable a la modernidad neoyorquina en Europa. Una construcción con más tintes ideológicos que urbanísticos. Una prolongación de los tentáculos que comenzaba a desplegar el caudillo. |
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Con el paso del tiempo, y sin remodelación alguna, el deterioro se fue apoderando de su estructura. De ser enclave, tanto turístico como empresarial, pasó a convertirse en alma hueca de un edifico vacío, abandonado y sucio. Desprestigiado. Estaba concebido para albergar unas 300 viviendas y un lujoso hotel. Por pasaban a diario más de 3.000 personas, cuando su actividad era eje central de movimiento económico. En 2007 comenzaron unas obras de remodelación que, bajo el patronato de su antiguo dueño, el bando de Santander, tendrían como fin devolver el esplendor financiero a su depauperada estructura. En un intento de recuperar los vestigios de una vida muerta, el realizador canario Víctor Moreno se adentra en las tripas de esta mole parar narrar con su cámara el día a día de una demolición silenciosa. A modo de reportaje indie, fichando a la misma hora que los trabajadores, el cineasta tinerfeño se mezcla con un séquito de trabajadores pertenecientes a diferentes nacionalidades. El edificio España se convierte en una Torre de Babel, movida por el la necesidad de trabajo, preludio de la burbuja inmobiliaria nacional. En “Edificio España” se dan cita obreros marroquíes, ucranianos, senegaleses y ecuatorianos. En esta diversidad de opiniones, la manera de devorar espacios se convierte en vínculo que los hermana. |
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La destrucción implica reconstrucción. El eco del mobiliario cayendo por los patios interiores suena a quejido descorazonado y frío, abocado al suicidio. El estómago de este edificio se descompone y es diseccionado con fuerza, sin cuidado. Las bromas comparten escenario junto a los bocatas, los chistes y la ilusión por sentirse recompensados con un trabajo. La cámara de Víctor Moreno es un gran ojo al que no se le escapa la desolación de las habitaciones convertidas en partes de un plano vacío, el goteo de las tuberías (poéticas en verso libre) y la amalgama de personajes que pueblan el edificio. Entre ellos, aún existe gente que lo habita hasta que se ven obligados a abandonarlo. Con una lágrima convertida en bilis, no sólo dejan atrás cuatro paredes sino toda una vida: los recuerdos; las vivencias; las personas amadas, ya fallecidas. Los guardias de seguridad también revelan sus recuerdos. Desde uno que relata cómo pasó su noche de bodas en el piso más alto del hotel, hace casi treinta años, hasta otro vigilante que, a modo de guía, se dispone a regalarnos una excursión turística por las estancias desmanteladas. Posee un aire de actor frustrado que, apegado al cigarrillo, exhibe su mejor perfil a cámara, entre risas y aires de empaque uniformado. |
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El edificio España albergaba varios restaurantes, punto de encuentro para viajeros y la creme social madrileña. Todo un icono arquitectónico de un sistema político que lo dejó morir. En los comedores improvisados existe cierto nerviosismo entre los trabajadores: hay problemas a la hora de hacer frente a sus pagos mensuales. “Edificio España” es la alegoría de una muerte camuflada y el arte abstracto. El director, y cámara, no habla de arquitectos, sino de termitas obreras que ponen rostro a esta limpieza y de otras, trajeadas, escondidas tras nombres corporativos, que se encargan de especular con las ilusiones de sus obreros. |
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Algo suena a chiste en “Edificio España”, como la voz del entonces presidente Zapatero hablando de un positivo cuadro macroeconómico y un crecimiento del 3%. El constante trabajo de los obreros, mientras, no para. El vientre de la ballena se vació y todo ha quedado paralizado. Las termitas humanas lo abandonaron, las especulativas siempre están rondando su sombra. Muchos de sus trabajadores se fueron al paro, otros regresaron a su país, desengañados del sueño español. “Edificio España” es una denuncia de la desidia urbanística, de aspiraciones rotas sometidas a los intereses que trafican con sus sueños. Este monstruo de hormigón se ha convertido en un dinosaurio petrificado al que hay que mirar por obligación, con nostalgia y resignación. En 2010, la torre seguía resoplando aires de soledad vetusta. |
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