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EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
Película "Regreso a Montauk"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Entrevista a Volker Schlöndorff, director |
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Entrevista a Stellan Skarsgård, actor |
Entrevista a Nina Hoss, actriz |
Entrevista a Susanne Wolff, actriz |
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Jeremy Irons, junto a Ornella Muti, vivieron la intensidad de una pasión en “El amor de Swann” sobre la obra clave escrita por Marcel Proust. Las palabras que Charles Swann pronuncia gracias a la pluma del escritor francés son premonitorias para la película más reciente de Volker Schlöndorff. Swann y el protagonista de “Regreso a Montauk”, Max Zom, se identifican y saludan con el lamento y la ironía más sinceros: “Cada vez que pienso que he malgastado los mejores años de mi vida...”.
El discípulo de Louis Malle, Jean-Pierre Melville y Alain Resnais, amante de las adaptaciones literarias, indaga en los textos a la caza del alma creadora. Schlöndorff acomoda imagen y palabra en un hombre que necesita mirar al pasado sentimental mientras el presente certifica el valor efímero del tiempo.
Incapaces de advertir la caducidad del amor, sólo reconocemos el peso de su dimensión temporal -por lo tanto, limitada- cuando ésta ha madurado. |
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El pretérito aparece borroso en el horizonte vital, magnifizado por su calidad de irrecuperable. Y es entonces cuando admitimos el error, presa de una obsesión que camufla los fallos que han permitido el estropicio de una relación amorosa. Montauk no es un país multicolor ni una ciudad imaginaria sino una segunda oportunidad para el amor, a caballo entre el perdón y la esperanza. |
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El eje masculino de este drama patológico personifica la soledad del escritor que no ha sabido poner coto a su voracidad profesional, el desarraigo del hombre incapaz de interpretar las señales externas dirigidas a su corazón de manera silenciosa pero constante; sugiriendo sin imponer. Triunfante y desdichado en un mismo esqueleto, siente el peso de las equivocaciones pretéritas con la tristeza de un tiempo malgastado e irreemplazable.
La personalidad de Stellan Skarsgård se zambulle, gracias a su acierto polifacético, en el pozo sin fondo de un novelista que saborea la miel del éxito profesional, la fama y el fracaso mientras su vida íntima cae en la profundidad abisal más pura y desértica. Es alguien que vive entre el artificio de su figura pública y la pesadilla de una fragilidad gestada con el tiempo. Es la soledad de quien se agarra con impetuosidad adolescente al remiendo de una etapa inamovible. Se revuelve entre el miedo al rechazo afectivo y la persecución obsesiva de lo imposible que vislumbra una brizna de esperanza. El presente le pasa factura con la presencia fortalecida de fantasmas pertenecientes a un recuerdo tan emotivo como vívido.
El triángulo perverso del deseo se sostiene gracias a tres aristas incapaces de formar una unidad: Max, Rebecca y, en un segundo plano de importancia primaria, Clara, el resorte que mueve el juego de las posibilidades con espíritu infantil. Si ésta es la princesa fea que actúa de muñeca quebradiza en un cariño fantasmagórico, Rebecca (añoranza de un antigua relación) es la mujer que se presta a entrar en el juego de una posibilidad remota sin querer perder el timón de su vida. |
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“Regreso a Montauk” significa un viaje hacia el ayer imborrable, la vuelta a un lugar que todavía palpita en la memoria desdibujada del recuerdo amargo con esperanzas de recuperar el momento desperdiciado, aparcando el romanticismo cursi. Volker Schlöndorff busca una reflexión sobre la soledad y la reconciliación imposible entre lo sucedido y el presente. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy porque en un futuro te arrepentirás de lo que no pudiste realizar así como de lo mal que dirigiste tu vida.
Uno de los directores clave dentro del nuevo cine alemán plantea la recuperación del aliento irrepetible sobre las cenizas del instante marcado por las torpezas cometidas en el amor. Es una búsqueda del tiempo perdido una vez que el sueño egocéntrico del individualismo termina pasando factura. |
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