La barrera que la edad impone al amor en la sociedad occidental, en la educación hindú se llama diferencia de castas. La religión y su poder han enjaulado a la mujer en una condición sumisa. La realizadora Rohena Gera remarca de manera sutil el muro fino pero resistente que separa a quienes tienen todo (lo material) y los desposeídos; hace hincapié en agentes externos con efecto castrador inmediato. La viudedad joven de Ratna es una condena a la vejez anticipada. La sombra de otro casamiento concertado se desvanece aterrorizada. Ella, a pesar del afecto que siente hacia Ashwin, no se aparta del binomio sirvienta-señor que los distancia. La intimidad ocasional impone sus barreras. Conoce la presión de una boda incómoda, es testigo de la decepción que el arquitecto sufre ante su celebración fallida. Este proyecto truncado permite desplegar las alas románticas de Ratna. |
|
 |
|
|
El salto del entorno rural al urbano le proporciona libertad camuflada entre la masa sin abandonar sus deseos por conseguir más. Ella se lo trabaja con silencio, filosofía e ilusión; cultiva valores propios. Ratna, desposeída de lo material, busca una salida al presente esperanzada en sus sueños; Ashwin se ha rendido a la evidencia de un entorno que le ha dado todo excepto la capacidad de superación. El vacío emocional toma las riendas de su vida cómoda. Ella se debe a la tradición, él busca romper esa continuidad. El empeño de que su hermana no caiga en el mismo error despierta su alma maternal; la acerca a la reproducción de patrones peligrosos. |
 |
|
|
El bálsamo de la tranquilidad perfuma este drama apacible con gotas de cariño, sin negar el peso de las frustraciones. Señor se adentra en un territorio narrativo exento de riscos molestos al describir una realidad agridulce. La ópera prima de Rohena Gera es el quiero y no puedo separado por la manipulación cultural. Ratna busca; Ashwin está perdido; en medio, el amor surge como un vaso comunicante entre dos mundos tan cercanos como distantes. Su estampa platónica se desmaquilla con insinuaciones que no pueden esconder deseo. La energía positiva es otro efluvio corporal que campa suave por este mar de la serenidad del que saltan chispas contenidas.
La atracción se adelanta a los acontecimientos, Ratna no lo suelta del corazón. Se empeña en reafirmar su fuerza obstaculizadora al canalizar el hervor interno en la complacencia del patrón. ¿Un sentimiento imposible? La proclama en público de su relación sería un suicidio para ella, atrapada por la comunidad. Los condicionantes sociales prohíben la extralimitación de la doncella que acarrearía una pérdida del trabajo dentro de un mundo donde la supervivencia femenina no es fácil. La fuerza del componente educacional se percibe en la vestimenta tradicional de Ratna frente a la línea europea de Aswah. La comida es otro ritual que marca distancias en las formas: de la bandeja se pasa al suelo como mesa junto al resto de la servidumbre. Verla así es una intromisión; una ofensa en la que los papeles de criada y señor invierten su cuota de poder. |
 |
|
|
El silencio se mira con quietud en Señor: un cuento de príncipes y princesas que no abandona la potencia del realismo directo. La delicadeza del contenido flirtea con la suavidad formal. Ratna representa la ilusión que no se siente agredida; antepone la intención de una muchacha romántica y soñadora que lucha por no someterse a la esclavitud que su destino le tiene preparada. |
|
|
La
revista Photomusik no se hace responsable
de las opiniones de sus colaboradores
expuestas en esta sección.
Texto: www.photomusik.com
©
|
|