Del fisco no se escapa nadie. El embrollo que comienza con la ligereza de una comedia trivial se transforma, sin apartarse de los giros chistosos, en un espejo de desigualdad, aislamiento y convivencia raciales.
Bienvenidos al barrio muestra que no todo lo que rodea a las agencias de comunicación es glamuroso y triunfalista. Claro que la mano orquestadora de chanchullos feos no escapa al ojo halconero de Hacienda y, entonces, el cielo azul se cubre de nubarrones.
Happy Few, el negocio cuestionado, es un microcosmos dentro del universo parisino extrapolable a cualquier territorio de la geografía empresarial. En las tripas de la Justicia existen
bacterias buenas que pueden olvidarse de la multa. Si el sancionado accede a tapar los agujeros que las políticas sociales no han sabido gestionar, todos tan contentos. En resumen: cambiar de barrio por cuestiones estratégicas. La deslocalización empresarial tan denostada facilita la legalidad con esta medida apresurada. La empresa de Fred Bartel regresa a la marginalidad de
La Courneuve: el barrio que la vio nacer. Su familia es un árbol roto con las ramas del desgaste femenino y la esperanza masculina pendiendo equilibradas
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