El plano inicial con la figura del niño protagonista, no tan infantil, deforme por su descomposición circense atrapa. Aunque
Bosque maldito utilice la cámara bajo puntos de vista particulares y solventes, no pasará a la historia del cine como una cinta memorable. Sin embargo, merece la pena una reseña que destaque valor añadido personal escaso en una industria monopolizada por nombres y distribuidoras que producen churros avinagrados con neurosis consumista. Lee Cronin, que despuntó con
Ghost Train al ganar el premio
Méliès d'Argent 2014, se aleja del terror convencional que sólo aporta tren de la bruja y puertas rechinadoras para lanzarse a explorar la intriga macabra sin intención sangrienta. El miedo sicológico, dosificado para alcanzar una efectividad letal, obliga a prestar atención constante. Puede que Sarah O'Neill huyendo de un monstruo abominable en busca de refugio no invoque a la novedad; que se quiera esconder del mundo en una cabaña aislada entre la espesura del bosque perdido, tampoco; ni que la única compañía sea un hijo como resquicio positivo de su relación matrimonial; el giro a que ambos se verán sometidos, sí.