Ni aún en sueños, los toques americanos salvan esta comedia española del albañal. La televisión ha servido, y sirve, de caladero para que rostros conocidos personalicen una película. El desfile de caretos con sabor hogareño hacen del artista otro elemento decorativo del ocio casero. Leo Harlem forma parte de esa generación
influencer que se ha abierto camino gracias a la labor elogiable de echarle morro para cumplir su sueño: cambiar la barra de un bar para asaltar los escenarios cinematográficos. Pero un club del monólogo no es la gran pantalla. El peso de un nombre mediático penetra más en la conciencia de algún creador nacional que su calidad. Lo tonto y repetitivo es más valorado que lo fresco y gracioso. Donde no hay no se puede rascar y Leo no tiene el arrastre para arrancar una mueca risible que zarandee el pulso cardiaco aunque sea por segundos. El gendarme Makey, su
alter ego, es un muñeco inexpresivo desinflándose en la sosería personalista; una bolsa de chucherías llena de aire; la tontería que emborrona cierta intención graciosa del equipo guionista. Su mundo no simboliza al funcionario español con almorranas próximo a la jubilación. Makey está lleno de honestidad caricaturesca. La música da esperanzas a esta payasada detectivesca.
Holding Out for a Hero capitaliza la atención de una banda sonora que suena a ráfaga variopinta. Seguro que el tema, muy apropiado, de Bonny Tyler se ha gastado casi todo el presupuesto que ojalá no haya salido de subvenciones culturales.