La sabiduría popular está en lo cierto al afirmar que
‹‹No es oro todo lo que reluce››. Lo mismo sucede con Suiza, envidiada por su salud democrática, asociada a la vida cómoda y a un sistema político tranquilo. La perla centroeuropea también ha tenido momentos de inestabilidad propiciados por jóvenes que, a mediados de los años 80 del siglo XX, buscaban soluciones a la represión estatal del país. El drama revolucionario se lanza a las calles en un ambiente de intranquilidad e inconformismo juveniles que luchaban contra los abusos carcelarios de la autoridad. Como toda revuelta necesita un líder, la aparición de Walter Stürm rompe los esquemas de una sociedad que se siente identificado con él. Es un inconformista para unos, antisistema para el Estado. Su humor anárquico logra capturar, a través de evasiones audaces, la atención de la población sometida a un abuso policial.
El Lute, El Pera y el Vaquilla se llevan el podio de los tres delincuentes más famosos de España. En Suiza, Walter se convierte en el rey de las fugas, aclamado por ese sector que intenta desmontar el estamento penitenciario helvético. La violencia de los enfrentamientos callejeros da paso a otros gestados en las oficinas y la cárcel. Este símbolo de la contracultura es convertido en estrella mediática, otro
Guillermo Tell contra el poder de la fuerza disuasoria; Barbara Hug, una representante de la abogacía limpia que busca el cambio a través de una legalidad combativa de izquierdas. Los dos se necesitan para sobrevivir en un espacio que no ha sido diseñado para ninguno de ellos. La intención de cambiar una estructura penal anticuada conduce a una relación estrecha entre ambos. El contacto
profesional da lugar a un acercamiento del corazón. La defensa de una causa justa abre las puertas al enamoramiento en un juego de intereses, un pacto regido por el corazón, en el que cada parte busca la necesidad de alcanzar sus metas, sin renunciar a los impulsos sentimentales. El radicalismo militante ataca desde posiciones ofensivas a través de la insatisfacción callejera. El bufete de abogados, la prisión y la calle son escenarios donde la batalla continua sin que el poder cambie de manos.