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UN VIAJE DE ALTURA
Película Iberia, naturaleza infinita
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
Video |
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La gran pregunta que surge al disfrutar una visión de la Naturaleza tan particular es si estamos ante la mirada del hombre o la del águila que guía el proceso narrativo. Sus ojos sirven de lupa para adentrarnos en el ecosistema ibérico para diseccionarlo con exactitud y profundidad. Su silueta marcada por el vuelo majestuoso atraviesa el paisaje como vigilante de unos dominios que protege y regula con su función depredadora. La supervivencia diaria se hace más necesaria ante el destierro obligado por un acecho silencioso. Hablamos de un ave rapaz bajo al control humano gracias a la última tecnología. Su presencia traza la senda de la narración con ojos que permiten descubrir el comportamiento de otros animales. Arturo Menor Campillo se pone en sus manos para dejarse guiar por la envergadura de unas alas fuertes y majestuosas que deben pugnar con otros músculos que también protegen su parcela porque Iberia, naturaleza infinita es un documento sobre la defensa territorial, aparte de mostrar la diversidad ecológica que las tierras de la península ibérica poseen. |
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El vuelo del protagonista aguileño se mueve con el ritmo tranquilo que no para de otear el horizontes mientras la los primeros planos a vista de pájaro, nunca mejor dicho, recuerdan al vídeo Learning to Fly, que Pink Floydlanzó en 1987. Este viaje se adentra en bosques, incluso la mirada penetra en la profundidad de corrientes fluviales, participa del ejercicio gimnástico que el salmón realiza en ellas. El periplo del águila macho busca un lugar donde asentarse y echar raíces, enseña un trayecto a través de cordilleras, bosques, montes, ríos, nieves, campos floridos o humedales: desde los Picos de Europa, hasta el sur de la península, pasando por los bosques asturianos, la cordillera cantábrica, los Pirineos, el valle del Tiétar o la dehesa meridional. Parajes naturales como el salto del Nervión, y su caída de 220 metros, hasta la cordillera Bética regalan un paseo variopinto y único.
El biólogo y documentalista talabricense no esquiva los puntos negros de un itinerario lleno de inconvenientes. Su sensibilidad ecológica le conduce a mostrar esos elementos dañinos que el progreso humano ha creado, alterando una convivencia sana. Los tendidos eléctricos causan estragos entre las aves, una de cada cuatro rapaces mueren por este motivo al que debe unirse las trampas venenosas colocadas a propósito. La cadena de envenenamiento es engorada por especies carroñeras que trasmiten el daño al resto de la fauna. Las máquinas agrícolas que destruyen nidos por su labor cosechadora contribuyen en la labor destructora. La conciencia ecologista no acapara las imágenes de este recorrido didáctico que no pone ni quita nada de una realidad tan hermosa como agresiva. Contemplamos los peligros a los que el entorno está sometido, por vía consustancial o inducida a través del hombre, al tiempo que descubrimos la hermosura de la interacción en el ciclo natural, el dulzura del cachorro que entiende la vida como un juego, el mecanismo del cortejo animal o la extensión de una flora rica en espesura, virgen a la alteración humana. La variedad de especies tanto acuáticas como terrestres, la perspectiva aérea del ojo volador, el planeo rasante de una golondrina o la finura olfativa del lince que persigue al ratón tras el olor dejado por sus patitas. La muerte permite el sostenimiento de la continuidad. |
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A pesar de que la fotografía es el punto fuerte de Iberia, naturaleza infinita, sufre el peso de una locución marmórea. Las palabras de Jesús Olmedo suenan huecas, son encadenamientos de estructura monosilábica, planos. La carencia de ritmo cantarín resultaría más apagada si no fuera por el apoyo visual. Su corrección oral despide un sonido metálico que choca con la suavidad del entorno descrito. Arturo Menor, como demostró en Barbacana, la huella del lobo, elimina protagonismos sin silenciar presencias animales. La presencia de otras especies como el quebrantahuesos, el urogallo, el sisón, la jineta, el salmón, nutrias, carracas, cernícalos o el oso, nos deja boquiabiertos sobre la riqueza de una fauna que debemos proteger. Este abanico de energía presenta al ser humano como un bicho minúsculo con una gran responsabilidad. |
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Texto: www.photomusik.com
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