En
el año 2303, la leyenda de Queen
(como nos ha querido mostrar Ben Elton/Brian
May en un alarde de despliegue tecnológico)
será capaz de mantener sus raíces
en la mente de jóvenes cuasi
absorbidos por un sistema represivo
que desprecia la música como
factor cultural. Esta represión,
con su particular forma de entender
y hacer entender la música, se
llama Global Soft y está gobernada
por una bárbara Killer Queen
en el reino del -"bonito cuanto
más artificial"- Planeta
Ga-Ga. En tal esplendor manipulador
y ciclópeo viven Los Bohemios,
una raza rebelde de jóvenes en
busca de la Roca, el mundo que les hará
recuperar la gloria del rock que otros
jóvenes escuchaban y construían
en un pasado remoto.
Esto
es "Queen. We Will Rock You":
un musical que va más allá
del espectáculo para convertirse
en experiencia; rock transformado en
energía visual y sonora.
Aunque
la mayoría del repertorio fue
cantado en castellano, las butacas del
Teatro Calderón vibraron desde
el primer momento con "I Want It
All", "I Want To Break Free",
"Somebody To Love"...
Por
primera vez y de forma oficial, la banda
inglesa permite traducir los textos
de sus canciones. Pese al encomiable
esfuerzo realizado por los arreglistas
a la hora de adaptar la letra de Queen
al lenguaje de Cervantes, el verdadero
amante de la banda británica
echa de menos la magia de estrofas como
"Here's to the future for the dreams
of youth", "I want it all
(give it all)", I don't wanna be
a candidate for Vietnam or Watergate",
"Who Wants To live forever?",
"Can anybody find be somebody to
love?" o "Gonna use my stack,
it's gonna be mack". Sin embargo,
frente a un público cuya lengua
no es el inglés, la traducción
de los textos resulta imprescindible
para el seguimiento de la obra. Si se
hubieran cantado las canciones respetando
su letra original la representación
habría carecido de hilazón
entre el final de un diálogo
y el comienzo de una canción.
La trama resulta bastante sencilla,
pero los gags y dobles sentidos se hubieran
perdido irremisiblemente.
Las
canciones dan paso a situaciones. La
música demuestra de nuevo que
la sencillez es su mejor arma. Los textos
contienen una comicidad explícita:
se hacen divertidas referencias, a letras
de canciones, títulos, artistas...
Por ejemplo, Galileo, apresado entre
el efecto luminoso que simula los barrotes
de una prisión, es interrogado
por Khashoggi (el policía de
Global Soft), acerca del significado
de extraños códigos encontrados
en su ordenador. Estos códigos
son: U2, UB40, AC/DC, rock and roll,
awuanbanbuluba balambambu, tuti frutti...
Galileo
Fígaro es un personaje real y
de fábula al mismo tiempo. Real
por lo que simboliza: el deseo de que
la música triunfe; de cuento
porque, con su ingenuidad, te transporta
a un mundo apoyado en la música
como expresión de vitalidad,
más fruto de la pasión
que de la globalización imperante
en el planeta Ga-Ga. Frente a este espíritu
espontáneo y creativo se encuentra
Pop, el buscador, antiguo bibliotecario.
Pop, personaje casi mudo pero esencial
en la obra, evoca el recuerdo del viejo
hippy soñador, fiel reflejo del
espíritu de Woodstock y el "hermano
haz el amor y no la guerra".
El
consumismo ha llegado a su cima en 2303
cuando la música no existe, el
producto sí. ¿Estará
sucediendo ya?... Los jóvenes
bohemios inconformistas son ratas de
una sociedad que los desprecia (la bohemia
Meat es un claro exponente). Los nuevos
iconos juveniles son ídolos musicales
del pasado, desde la insolencia de Alaska
hasta la provocación de Madonna,
pasando por Prince, Ozzborne, Britney
Spears, Stivie Wonder, Mickel Jackson,
etc.
En este desfile de caracterizaciones
destaca, por su similitud a Freddie,
el personaje de Prince, ataviado con
corsé gris metalizado, pechos
puntiagudos y protector en los genitales,
que recuerda la vestimenta utilizada
por Madonna en una de sus últimas
giras mundiales o la del vocalista de
Queen en el video "I Want to Break
Free" ("The Games").
Antes de finalizar la primera parte
se produce un momento sublime. Meat,
compañera de Britney, alza sus
ojos hacia el infinito y sus palabras
sirven para recordar y homenajear a
los grandes del rock and roll. En una
fracción vibrante de tiempo desfilan
por el escenario los nombres de mitos
musicales que lo dieron todo por la
música: Jimmy Hendrix, Janis
Joplin, Bob Marley, John Lenon, Kurt
Cobain, Elvis Presley... hasta llegar
al grande entre los grandes: Freddie
Mercury. El Teatro Calderón,
inmerso en el silencioso eco de estos
nombres, se estremeció con la
letra de una canción ardiente
y conmovedora: "Freddie te has
ido, pero nunca te olvidaremos".
Jamás frío y calor convivieron
tan juntos. Escuchando esos acordes
la piel se puso de gallina y el cuerpo
comenzó a sudar. ¡Un éxtasis!.
En momentos así se reconoce la
verdadera magnitud de Freddie y su música.
Cada espectador se convierte en una
bomba a presión.
Después de una primera parte,
cargada de ambientación decadente,
que nos ha mostrado los efectos de la
música fagocitada por mentes
retorcidas y manipuladoras, surge el
segundo acto lleno de esperanza. Un
increscendo de vida que comienza con
la puesta en escena de "One Vision".
Elocuente.
Esperanza
hay también en la historia de
amor entre la rebelde Scaramouche y
el inocente Galileo. Ante la lucha de
Galileo y los Bohemios, el mundo Ga
Ga se va desmoronando por su propia
base: el control absoluto y la mentira.
"Another One Bites The Dust"
supone la caída del planeta represor.
El estadio de Wembley, reliquia de lo
que en un tiempo más glorioso
fue el templo de la música y
casa de Freddie Mercury, se han convertido
en un cementerio derruido y acartonado.
Ante estas ruinas, Galileo y Pop.
Galileo es el rock; las palabras afloran
desde su interior sin saber cómo.
Esta facultad tiene como misión
dar textura a las letras de Freddie.
Se produce el segundo terremoto de la
representación; las butacas tiemblan:
se escucha "We Will Rock You".
Dos minutos cincuenta segundos de frenesí
cardíaco. El planeta Ga Ga y
Global Soft se han hundido; la música
sin enlatar renace; otro Muro de Berlín ha caído.
El rock representa una forma de ser;
Freddie Mercury supo comprenderlo y
lo convirtió en su hijo adoptivo.
El Calderón se transmuta en catarata
de rock, excitación y Queen.
Un homenaje, una invocación,
una ceremonia. "We Will Rock You"
mantiene viva la esperanza de que la
música no sea un producto de
marketing ni dependa de un nombre. La
música como pasión, sensación,
vida. Espectáculos como éste
mantienen encendida esa chispa.
Hemos contemplado un mundo de jóvenes
bohemios que quieren acceder con libertad
a la libertad del rock. Seres que saben
que las imposiciones, las dictaduras,
no generan más que mundos borreguiles
y siniestros.
Hasta aquí el relato de un musical.
Año 2003. Público fundido
en aplausos, escenario oscurecido y
focos dirigidos a Scara y Galileo. Surgen
las primeras notas de Bohemian Rhapsody.
Luz que recuerda la carátula
del primer LP titulado "Queen"
y a un encuentro entre príncipe
y princesa. Melosidad fortalecida por
la voz de Miguel Fernández (Galileo)
y María Blanco (Scaramouche)
y una música insuperable. Tecnología
engalanada con soberbias voces y estupenda
interpretación.
Para entender el rock, ante todo, hay
que amarlo y entregarse a él;
Así lo transmite este grupo de
artistas. La música de Freddie
Mercury también.
