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AMY WINEHOUSE: MUERTA Y CONVERTIDA EN LOTERA
(Lotería y superstición)

J. G.
(Madrid, España)

Amy Winehouse en la Lotería de Navidad

La superstición no vuelve con Navidad. Durante todo el año, vinculamos el destino de nuestra vida a las supercherías pregonadas por horóscopos seudocientíficos. Vendemos el alma, y la cartera, a la suerte en una siniestra ruleta rusa; nos sentimos más cercanos de los muertos a través del conjuro numérico. Lotería. Durante estas fiestas toca consumir aunque las telarañas se hayan convertido en ocupas de nuestra cuenta bancaria. Se han apostado como continuidad de un 15-M que no resulta incómodo para las instancias del edil regente. La esperanza nos mantiene en pie; la superstición nos impulsa a soñar, pensando en la seguridad de un mañana sin rostro. La superstición se eleva al grado más estúpido por Navidad.

Las fechas y las edades dejan de tener un valor sentimiental, saben a turrón rancio que, un año más, servimos como reciente. Gracias a la combinación de acierto y casualidad se convierten en misioneras de una ONG laica y paranoica: cada año, por diciembre, la lotería escribe un villancico en la canción de nuestras vidas. Hit musical. Los números, juntados al azar, constituyen amuletos de la suerte dentro de una galaxia analfabeta. La fecha en que murió Amy Winehouse es una de las más buscadas en 2011.
El 23 de julio pasado su corazón dejó de latir y su espíritu voló hacia el mundo de los muertos. Guarismos malditos para sus fans, fantásticos para las administraciones de lotería. Macabra coincidencia. Está fresca, la suerte no se ha cansado de ella. La fecha de su defunción, cantada en clave de San Ildefonso, 23711, es una especie en extinción para compras de lotería. Se ha convertido en fetiche del culto lotero. Adoración pagana de los muertos con la que los vivos buscamos una recompensa; inversión a fondo perdido.
Un aviso para quienes, dentro de su superstición, no dejan sitio a la realidad: el primer premio de la lotería de Navidad ha caído más veces en par. Amy Winehouse, de nuevo pendiendo sobre la cuerda floja.

Cometió el delito de palmarla a los 27 años. Su look llamaba desesperado a las puertas del más allá; mentalmente, ya era cadáver hace tiempo. Su recuerdo está impregnado de un pestazo etílico y vomitona escénica que ahogaron una vida corta.
La figura de Amy Winehouse merece ser enterrada en el mayor de los olvidos; su voz mantiene vivo el nombre. ¡Que los supersticiosos se pudran con ella!
La picaresca y el morbo aumentan con la circulación del 23611, un número extraño referido a la fecha de su defunción. Amy, te velamos por duplicado.

El día en que murió la abrió las puertas al selecto Club de los 27. Un centro social, de tintes morbosos, donde sólo tienen cabida las estrellas que no dejaron pudrir su cuerpo a la erosión de la edad.
Los números con esta terminación se han convertido, por solera, en afanado objeto de deseo. Si no tocan, nos queda su reciclaje: se amontonarán en nuestro museo necrófilo junto a pegatinas, entradas de conciertos o púas serigrafiadas en cadena. Apetencias que engordan el merchandising del momento. Amy Winehouse reposa en paz junto a Brian Jones, Jim Morrison (fallecidos en la misma fecha con dos años de diferencia), Kurt Cobain, Janis Joplin o Jimi Hendrix. En el mundo de las loterías, el del Club de los 27 seguirá siendo un número maldito si, al menos, no aparece en la pedrea.

Entre todos los charts que andan circulando por los mentideros googlelianos no está como opción el número 21211: dos del doce de 2011, fecha correspondiente al lanzamiento de “Lioness: Hidden Treasures”, su último disco. Su estampa atractiva pasa desapercibida. Como salga premiado, alguien se va a reir desde su tumba a carcajada estereofónica. La música hace honor a la muerte: entre los fallecimientos demandados por tradición se encuentran Elvis Presley (16877), John Lennon (81280), Freddie Mercury (24111). Michael Jackson (25609), el rey del pop, ha quedado desbancado en esta particular monarquía por la reina de las apariciones impresentables, Amy 23711 Winehouse. En paralelo a los grandes del rock-pop internacional, existe una lista española de éxitos imperecederos como Rocío Jurado (01606), Rocío Durcal (25306), Lola Flores (15595), Antonio Flores (31595), El Fari (19607) o Camarón de la Isla (20792).

Luego dicen que no somos números; y si eres famoso, en cifra te convertirás.

La cantante londinense es la estrella de este año en las casas de lotería. Algunos la buscarán en un décimo por devoción; a otros, no les importará formar parte de la historia undeground en un homenaje personal a su ídolo.

 

 

J. G.

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