La detención del asesino Miguel Ángel Flores el 27 de noviembre daba brotes de esperanza al accidentado expediente del Madrid Arena. Hablamos de alguien que ha abusado de la diversión ajena para enriquecer sus arcas de manera ilegal. Avispado elemento: hace quince años se dio cuenta de que el dicho “al pueblo, pan y circo” funcionaba como máxima empresarial. Y claro que le funcionó (grupo FSM, la discoteca Adraba, antigua Alcalá 20), hasta que se vino con el templete abajo. La muerte de cinco jóvenes en el incidente de Madrid Arena ha puesto su nombre en boca de todos; ha salido del cómodo círculo sobre el que gobierna. Su reputación empresarial se está viendo manchada mientras se ríe de la Justicia con estruendo sibilino. Macabro Space of Sound el que protagoniza ahora.
Hace tres días se produjo el feliz acontecimiento, acogido con escepticismo por parte de las víctimas. Ante el riesgo de fuga, el juez Juan Eduardo López Palop ordenó su apresamiento por si las moscas; por si este moscón volara más alto que la canción de Julio Iglesias.
Su falta de escrúpulos no deja de maquinar fiestas y ha echado un pulso a la Justicia montando otro evento similar para el 31 del corriente: macro mortífero. Los Juzgados de la Plaza de Castilla han escuchado sus declaraciones, reafirmándose en la cifra maldita (9.650). En sus declaraciones, tres horas de cachondeo verbal, no ha cambiado ni una coma de lo anterior. Nos encontramos ante un arresto cautelar (palabrita que ya suena a risotada en un caso que no acaba); Palop considera inminente el riesgo de fuga -y quién no-. Para saber eso no hace falta ser juez. Sin pasaporte que le permita escapar allende los mares, puede circular libremente por el el Espacio Schengen; el juez Palop le ha impuesto la obligación de comparecer los días 8 y 22 de cada mes en sede judicial como quien se acerca a sellar el paro, víctima de una injusticia social. Palop no quiere contar con la presencia de este espécimen en el procedimiento criminal vía iphone. Por eso, le ha atado corto con correa extensible, como las que usan los paseadores de perros.
La bestia asesina anda suelta; sus cómplices fantasmas: también. Vergonzoso.
Veinticuatro horas después de ser detenido, y tras pagar la fianza impuesta, vuelve a ser libre. Primer fallo, ponerle una fianza para no ingresar en prisión; segundo error, su cuantía; y tercero: confiar en el peso de tal medida. Qué razón tienen los letrados de las familias afectadas al afirmar que 200.000 euros es una cifra muy fácil de obtener para el máximo responsable de Diviertt; como así ha sido. Un escupitajo hacia sus caras desencajadas: esto sólo ocurre en gobiernos bananeros.
Lo decía Quevedo: “poderoso caballero es Don Dinero” y más para alguien que hace del ocio ajeno un ticket hacia la muerte; un ticket con el que se ha limpiado el culo en nuestra cara.
La solvencia del promotor le ha salvado de la cárcel. Con un chasquido de dedos ha depositado dicha cantidad sin oler los barrotes ni asumir responsabilidades. El culpable de la avalancha sigue siendo el botellón.
Según los abogados de la defensa: "Doscientos mil euros no debe ser una cifra muy importante cuando en una hora y media la va a poder depositar”. Los mismos Juzgados de Plaza de Castilla asistieron impávidos a estas declaraciones del propio Flores: "En una hora puedo aportar la fianza, señoría". Ahora vas y lo cascas, para que nos entendamos. Sobran las palabras.
Una bestia anda suela a sus anchas sin que nadie le pare los pies ni le cante las cuarenta. Sinvergüenza, matón y mafioso: es lo que hay. Ojalá que no le veamos de tertuliano en un programa basura del esos que intentan empapelar el corazón al público televisivo. ¿Por qué la fiscalía no ha pedido ni siquiera su prisión provisional? Otro enigma que nunca sabremos.
Veinticuatro horas después de ser detenido, Flores respira libertad. De pena, penoso.