La E-Street Band es un ejemplo de familia polifónica cuyos lazos convergen en una gran familia. Los madrileños ForLawyers dan forma a la versión española de la familia Springsteen con denominación de origen. Hay muy pocos conciertos en los que la diversión esté garantizada desde el comienzo y el que tuvo lugar en la sala Moby Dick fue uno de ellos.
Todo artista, cuando se sube a un escenario, persigue dos ilusiones: sentirse arropado por el público (unos con más ego que otros) y entretener. ForLawyers alcanzó los dos propósitos con creces. Este grupo, convertido en unidad familiar que no debe confundirse con el karaoke, se justifica en la pasión musical y el tributo a grandes sonidos de la historia roquera transfronteriza. Así que cuando necesites a un amigo en quien sofocar tus penas, ellos pondrán música a tus lamentos.
Su actuación estuvo llena de chispa cgracias a un compendio de grandes éxitos nacionales e internacionales: todo un lujo al alcance de unos pocos. Ahí reside el secreto de su gancho: utilizar himnos conocidos por todos que desempolvan un pasado inolvidable y llevarlas con la gracia suficiente que no despiste el interés del público. No es una formación de versiones al uso sino vigilantes de la memoria que hacen de cada una parte de su respiración. No se ganan la vida con esto: son abogados (de ahí su nombre) pero en cada actuación les va la ida; se dejan la piel como el jurista más competente y honrado. ¿Alguien da más? Familiares: sí; acogedores: sí; presuntuosos: en absoluto. Prefieren que una multinacional discográfica les fiche para resolver sus litigios antes que para desgastarse en bolos agresivos.
No fue un concierto monotemático sino que por el escenario desfilaron los sonidos de The Proclaimers, Cure, Alaska, Hombre G, Los Nikis, Nino Bravo, el Dúo Dinánico o Queen, incluso remontaron a los años sesenta del siglo pasado con Fórmula V (Cuéntame).
Gracias a ForLawyers descubrimos que cada época tiene un sonido y ellos aúnan todos en un encadenado temporal sobre el que el tiempo no siente las arrugas. La descarga fue creciendo título tras título, los grados subieron la temperatura y el buen rollo funcionó sobre ruedas; incluso se registró un lleno para sorpresa del grupo. La sintonía perfectamente armonizada. Durante los 24 temas disfrutados, mezclaron los textos en inglés con las letras en castellano. A pesar de que las primeras canciones se interpretaron con carrerilla, fueron acondicionándose al tiempo adecuado. Las bromas salpimentaron una ensalada de sabores pop rock sin alterar su gusto, lo cual no impidió que ForLawyers nadara en sudor.
Los espectadores, en este ambiente de cordialidad, fue desmelenándose sin miedo a la desinhibición. La banda roquera, por su parte, dio más pista a una naturalidad sonriente y acogedora. Su principal virtud reside en la fuerza de un abrazo que busca hacerse cada vez mayor, nunca cerrarse en guetos privados. No eres un extraño separado por la barrera invisible que alarga la distancia entre el público y el artista. El escenario se convirtió en un gran salón familiar.
Este concierto entre amigos hizo del género versiones una manera interesante de recordar títulos que ocupan un lugar preciado en nuestra biblioteca del recuerdo melódico.