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ISABEL II RECORDADA EN LA MÚSICA
(Su imagen permanece)

J. G.
(Madrid, España)

La reina Isabel II ha sido abrazada y denostada por los artistas musicales
   

Hay canciones compuestas con fines solidarios y críticos, hechas con intenciones ociosas y fundamentos políticos. La figura de Elizabeth Alexandra Mary Windsor ha seducido a artistas de géneros musicales diversos y actitudes opuestas ante la Corona británica. La música ha contribuido a que su imagen mantuviera una presencia constante dentro y fuera de sus fronteras, ha ayudado a no olvidarla con odios y abrazos. Esta diversidad interpretativa se encuentra a caballo entre el encanto y el ritmo inconformista. Detractores y admiradores son actualidad ante una muerte perceptible pero poco esperada.
El primer contacto oficial con la música de la mujer apodada reina de Europa, según Lady Elizabeth Anson, prima y organizadora de los eventos reales, fue a los 13 años a través de la ópera. La asistencia a una representación de El anillo del nibelungo, perteneciente al romanticismo alemán de Richard Wagner, la entretuvo. Las crónicas de este pariente aristócrata dicen que la reina vio gracioso el canto de una frase en vez de decirla con contundencia y rapidez. Las canciones teatrales ocuparon un lugar destacado en su corazón cultural aprovechando el apogeo del espectáculo en Broadway y en West End. Las representaciones de Showboat, Oklahoma! y Annie Get Your Gun entraban en su repertorio. Andrew Lloyd Weber y Lin Manule Miranda formaron parte de los festejos que culminaron el jubileo de 2022, junto a The Phantom of the Opera, The Lion King, Hamilton, Six y Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat. Los gustos musicales de la reina madre incluyeron al cantante y comediante George Formby, conocido en el Reino Unido como el rey del ukelele. Formby, famoso por canciones con un punto de obscenidad, se convirtió en estrella teatral y cinematográfica. Isabel II sintió una predilección especial por la balada The white cliffs of Dover, cantada en 1942 por Vera Lynn, símbolo de Pink Floyd en el disco y ópera rock cinematográfica The wall. La voz londinenese fue conocida como la novia de las fuerzas armadas porque se pasó la Segunda Guerra Mundial cantando para las tropas. Otra de sus canciones favoritas fue Cheek to cheek, escrita por Irving Berling, en su versión original de Fred Astaire, representativa de la pasión por el baile.

El inicio público de una afición que marcó la vida de Isabel II comenzó en 1953 con la pieza Orb y Sceptre, compuesta por William Walton para su coronación en un ajuste del Coronation Te Deum. Los fastos reales se completaron con la Ópera Gloriana, de Benjamin Britten, estrenada en la Royal Opera House londinense. La obra del primer músico en recibir un título nobiliario (barón) se inspiró en Isabel I de Inglaterra. La música a favor de una reina aplaudida tuvo su continuidad en George Browne, un solista de Trinidad y Tobago que respondía al nombre artístico de Young Tiger. Ese año editó I Was There (At the Coronation, un canto alegre a la jefa de la Commonwealth. La cronología musical hace de 1963 un momento determinante en la relación de Isabel II con The Beatles, invitándolos al espectáculo anual de variedades ofrecido a la familia real en el Teatro Príncipe de Gales. Dos años después, los condecoró en el Palacio de Buckingham con la Excelentísima Orden del Imperio Británico. Otros artistas agasajados con dicha distinción fueron Elton John, Rod Stewart, Mick Jagger, Robert Plant, Sting, Eric Clapton, Van Morrison, los Bee Gees, David Gilmour o Bono.
La amistad que unía a los precursores de la beatlemanía con la reina los estimuló a editar, y cantarle, Her Majesty, una melodía escrita casi para ella. El tema oculto del disco Abbey Road esconde un paralelismo entre Isabel II y la chica con quien les gustaría estar. McCartney aprovechó la celebración de los 50 años de la reina en el trono, en 2002, para ofrecer, de nuevo, la canción a la monarca. ¿Estaba dedicada a la figura real o a la mujer que hay detrás? Dos años antes, la banda roquera The Kinks aludía a la monarca en David Watts, el nombre de un compañero de estudio de Ray Davies, su compositor y cantante. El hombre común amargado que nunca conoció a la monarca protagoniza su letra como parte del disco Something Else.

Las preferencias musicales de la reina se extendían al extranjero. Su canción más representativa, Dancing Queen, incluida por los suecos ABBA en Arrival, su cuarto álbum de estudio, no fue escrita para ella sino que se la apropió como favorita. Fue un regalo del grupo a Carlos XVI Gustavo y Silvia Sommerlath, futuros reyes de Suecia en su boda de 1976. Una imagen de ambos bailando en una discoteca, dentro de su relación secreta, fue la inspiración de Dancing Queen. Con permiso de los nórdicos, el terreno pop estuvo gobernado por Queen, su banda preferida. La admiración por el guitarrista, y astrofísico, Brian May llevó a nombrarlo comandante de la Orden del Imperio Británico (OBE) en 2005.
Los Pet Shop Boys se burlan de la realeza sin dañarla en Dreaming of the Queen, perteneciente al disco Very de 1993. Neil Tennant fantasea sobre un sueño compartido con la reina Isabel II y Diana mientras la pregunta ¿Cómo sería tomar el té con la primera? flota en el aire. Es una de las pocas veces en la que ambas mujeres encuentran una afinidad de pareceres. El rey de la canción protesta, Billy Bragg no cargó las tintas contra una figura solitaria vagando por sus palacios de cristal en Rule Nor Reason.

La lista de bandas que fueron a la yugular de la Corona británica comienza con los Sex Pistols. El aire antimonárquico de God Save The Queen no sólo reside en la letra. La fecha de su publicación coincidió con el festejo en Inglaterra de los 25 años del reinado de Isabel II. 1977 fue la explosión del punk, una llamada a la anarquía durante una época convulsa para el Reino Unido. Este título tiene la doble faceta de himno nacional y crítica abierta a la Corona británica. La sonoridad de las palabras jugaba a su favor y Johnny Rotten cantaba God Save The Queen pronunciando shade, del verbo afeitar. El talante provocador de Sid Vicious alquiló una embarcación llamada Queen Elizabeth con la que tocaron la canción a través del río Támesis para publicitarla o algo más. El pop británico de los 80 que hacían The Housemartins presentó Flag Day como oposición a la hipocresía londinense con los pobres y arremetía contra la fortuna de la Corona británica. Un año más tarde, The Smiths lanzan The Queen is Dead, que entona con la actualidad como dedicatoria musical a la reina. ¿El gobierno conservador de Margaret Thatcher tendrá algo que ver con el aún no estrenado de Liz Truss? La banda también aguijoneó al actual rey Carlos III bajo el thatcherismo con lindezas como ‹‹Yo digo Carlos, ¿nunca has anhelado aparecer en la portada del Daily Mail vestido en el velo nupcial de tu madre?››. Aunque el desencanto de los años 70 desapareciera musicalmente, el aire decadente seguía vivo en la cultura británica. El esquema beatleliano de canción corta y mensaje conciso fue cultivado por The Stone Roses en Elizabeth My Dear con una línea formal parecida a Her Majersty. La diferencia con los de Liverpool era que el sentimiento antimonárquico fue determinante en los mancucianos. Los Manic Street Preachers tampoco lanzaron ideas afines a la monarquía en Repeat (Stars and Stripes). Aunque Leon Rosselson narre sus impresiones sobre el significado de crecer con la monarca entre el ritmo folk de On Her Silver Jubilee, el cantautor británico cuenta el vacío regio hacia la cultura pop en el siglo XXI. Para finalizar esta lista que mezcla gustos musicales con los políticos, el rapero Slowthai cuenta en Nothing Great About Britain su desilusión hacia Gran Bretaña, con palabras más dulces para la duquesa Kate Middleton que a la reina Isabel II.

La música infantil tiene relación con la muerte de la soberana a través de la canción El Puente de Londres. Nada más conocerse la noticia, la operación London Bridge is Down (el puente de Londres ha caído) se pone en marcha. El recuerdo a London Bridge is Falling Down, en español El Puente de Londres Se Cayó, se reactiva. La melodía, del año 1744, se refiere al desplome supuesto del Puente de Londres por los ataques vikingos que lideraba Óttar svarti. La primera mujer de la Casa Windsor que ha gobernado el Reino Unido, y quinta figura en la regencia de esta dinastía, ha tenido el privilegio de ser tan querida como odiada. La música ha contribuido a alimentar ese espíritu ambivalente que la ha convertido en personaje inolvidable. La gaita acompañó momentos de intimidad en el Castillo de Balmoral según contaba su prima hermana Margaret Rhodes.

La reina que parecía insultar al tiempo con una presencia longeva ha puesto la nota final en un pentagrama que no dejará de contener su nombre. Ha creado tantas canciones que, con el permiso de Buckingham, podrían editarse colecciones eternas de recopilatorios con los éxitos dedicados a su figura. Si es que otro mundo existe más allá del mortal, la música tendría motivos para convertirse a la fe religiosa si los muertos bailaran sobre su tumba al ritmo de un grupo indie formado por Amy Winehouse, Kurt Cobain, Jim Morrison, Janis Jolin, Brian Jones y Lilibet, la monarca fallecida del Reino Unido. Aunque ya no podría llamarse el Club de los 27. Eso sí que sería noticia musical.
La banda de australiana de metalcore I Killed The Prom Queen se deja la garganta en Say Goodbye (otro título que viene al pelo) entonando For the first time in days, I feel alive (Por primera vez en días Me siento vivo). ¡Qué viva la reina!… aún muerta.

 

J. G.

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