Aunque el nombre del acontecimiento suene a chiste, Flipas es un laboratorio de ideas, un espacio abierto a la expresividad y la cultura. El Instituto Francés se suma a esta iniciativa transmisora de sonidos corpóreos. Flipas se define como un festival internacional de palabra, acción y sonoridad. Nada mejor que la música para explicar esta trilogía proactiva que crea sinergias entre la búsqueda de canales culturales expresivos y su disfrute. Jóvenes y adultos se dan cita en torno a latencias actuales, bucles musicales y estrofas como vehículo para mostrar su poder como forma comunicativa. El evento contó con el tándem Sekloka-Naoene, dos creadores procedentes de países distintos dentro del mismo universo artístico. El ambiente fue calentado por el mago de la mezcla mostoleño que calentó el ambiente entre juegos de melodías y scratches sonoros. El atuendo, con sombrero y chándal al estilo Run-DMC, dibujaba un maestro de ceremonias brooklynita. La cercanía del vinilo cambió por la frialdad del CD. Los brazos y manos gesticulaban a modo de ballet callejero. Fueron una prolongación de su acento expresivo. La coreografía tenía mucho de malabarismo y calientapistas. El crujir de la aguja sobre los surcos del disco se hecha en falta a pesar de una cadencia repetitiva y atractiva sobre métricas pegadizas.
El ritmo no descansa y DJ Naone prepara el desembarco del buque insignia en esta parada musical. Aunque la mezcla de los temas se note fría, las canciones suenen limpias y los fundidos hiphoptizadores. La entrada de Edgar Sekloka, también conocido como SUGA, favoreció la presencia del aire étnico. La intro es un fraseado donde el texto con formato publicitario habla sobre el rap y el hiphop, su diferencia como elemento social, la especificación entre el primero como estilo mientras que el segundo defiende una cultura. El artista africano y ciudadanía francesa canta con desgarro en el corazón. DJ Naone escucha en segundo plano letras reflexionadas que se prestan a una audición atenta. Su voz es directa, sin quiebros, marcada y lineal. Habla de la persecución de un sueño y la esperanza de alcanzarlo. La ayuda del Colegio Liceo de San Cristóbal puso la nota de color participativo con el tema Esto es la familia a modo de coro sorpresivo, sin ensayo previo. Los cantos tribales se acompañan de movimientos improvisados. El grito racial llegó con Ali Assaka, los asistentes liberaron su compostura. Las sorpresas continúan con la presencia de un invitado especial, el rapero Aoshi. Él se pregunta y nos interroga: ¿quién está loco? La canción Vida loca reflexiona y Aoshi, con apoyo del público, repite: cobíjate en mi rap hasta que baje la marea. Otra declaración de intenciones. La filosofía de sus temas está en las letras protesta con un punto de esperanza. El lenguaje urbano marcó los tiempos a una melodía cercana y reflexiva.
