La muerte de los iconos musicales desempolva un nombre aparcado dentro de un mundo que circula a la velocidad del giga. El 24 de mayo de 1979, Tina Turner aterrizó en España por primera vez para tocar en el Palacio de los Deportes de Barcelona. El mismo día, cuarenta y cuatro años después, vuelve a estar en boca de todos al enterarnos de su fallecimiento. La noticia ha corrido como pólvora digital en forma de epitafio electrónico. Ante la conmoción del suceso prefiero quedarme con el fulgor de su estela, el recuerdo de sus canciones, la fuerza escénica, incluso con su potencia en la gran pantalla. Hollywood se rindió a esa fortaleza indomable como lo demostró en Mad Max, más allá de la cúpula del trueno, disputándose el protagonismo con Mel Gibson. Por su actuación ganó el premio Image por mejor actriz de cine. Su incursión cinematográfica comenzó con un papel en la película Tommy, encarnando a la Reina del ácido. Veinte años después, interpretó el tema central de la película GoldenEye, tercera entrega de la saga James Bond.
Tina llevó la leyenda siempre viva, sin ostentación de eternidad. Fue una leona incombustible, con su melena felina y voz salvaje, alguien capaz de arrasar en el escenario sin las carreras del casi octogenario Mick Jagger, llenando todo de intensidad. Se dice que ella le enseñó a bailar. En una entrevista a People reveló que ‹‹En sus shows, él sólo se quedaba quieto sobre el escenario con la pandereta en la mano››, recordando su crítica al cantante durante la gira británica Rolling Stones 66, junto a Ike & Tina Turner, The Yardbirds y Long John Baldry. Los conciertos benéficos como Live Aid 1985 forman parte de un bagaje musical extenso.
El contacto con el budismo desde hace décadas le ayudó a superar una relación abusiva, según cuenta en su autobiografía My love story (Mi historia de amor), el suicidio de su hijo, un derrame cerebral y un cáncer intestinal. La intimidad se rompe al narrar cómo el productor musical alemán Erwin Bach, su pareja durante más de 30 años, le donó uno de sus riñones para salvarla de una insuficiencia renal.
Tina Turner, de nombre Anna Mae Bullock, ha muerto, su recuerdo palpita con fuerza. La intérprete de What's Love Got to Do With It, Two People o The Best no tuvo un camino de rosas en lo sentimental mientras despuntaba en lo profesional. Ha comentado sufrir violencia doméstica en momentos que no era común hablar de ello. Un embarazo a los dieciocho años que ocasiona la expulsión de su casa por parte materna, las acusaciones de Ike Turner de no ser una buena madre para sus hijos o un aborto clandestino descubren a una mujer luchadora.
El recuerdo de su música es el mejor homenaje a una grande del rock con agallas. Incombustible. Tras su retirada del espectáculo en 2013, los años la hicieron caer en el olvido del aplauso, relegada a la tranquilidad de un retiro merecido. La tigresa se ha ido como una paloma en viaje privado, frágil en su senectud y dinámica a la hora de exprimir la vida.