|
|
|
EL TEATRO TRIUNFA CON EL BARRACÓN
Gala de Entrega de "Premios XX Certamen de Teatro Universitario"
(Facultad de Filología UCM, Madrid)
mmm
|
 |
|
|
|
|
|

|
El teatro es la sangre de las artes interpretativas; vehículo de expresividad que genera un contacto cálido y directo con el espectador: una relación difícilmente superable.
Los certámenes teatrales, convertidos a veces en guerras, no deberían ser entendidos como meta única de ganadores ni como sentencia expiatoria para perdedores. En los concursos, como en la vida real, existen filtros que nos desvían hacia lados diferentes según nuestras aptitudes, nuestro trabajo o nuestro mérito. Son un proceso de selección natural que no aniquila sino que encauza; la maravillosa oportunidad de observar, comparar, analizar y autoanalizarse, aprender y desaprender: mejorar. Se cotejarán actores o grupos que saben hacer su labor con otros que, en su diferencia escénica, necesitarán algo más de rodaje. De nada sirven las actitudes malsanas, alimentadas por cuchicheos que despiertan al fantasma de Bruto. Las frases viperinas que se esconden entre los bastidores del anonimato, cantando ¡tongo, tongo!, buscan el asesinato de una ceremonia festiva.
La humildad, la constancia, el trabajo y la observación son el mejor seguro para alcanzar el triunfo y, sobre todo, una garantía de entrega absoluta a la representación de un arte tan noble como este. |
|
El teatro universitario es la matriz del teatro adulto que va abriéndose paso, poco a poco, gracias al impulso de artistas, creadores, compositores, escenógrafos y directores, conjugando reto con disciplina. ¡Que viva el teatro universitario! Pero que viva con templanza, arropado por el corazón de un público que no se fija en apellidos sino en el esfuerzo de los participantes.
La gala de entrega de premios del XX Certamen de Teatro Universitario tuvo un nombre propio: El Barracón. La Compañía de César Gil entusiasmó por la sencillez, belleza, calor, color, humanidad y entrega en sus dos actuaciones. Los seis premios conseguidos son el resultado de la dedicación y, sobre todo, del compromiso por no defraudar la responsabilidad contraída con los espectadores a la hora de presentar obras en donde calidad y sentimiento forman un todo absoluto.
Tanto “El señor lbrahim y las flores del Corán” como “Salud, dinero y trabajo”, en su minimalismo sobrio, plasmaron con sencillez aplastante lo que significa hacer teatro con sentimiento. Esta última, en un límpido estilo brechtiano, nos devolvió a los días del teatro radiofónico, cuando el actor se encargaba de moldear el texto, cincelando la palabra en formas cambiantes desde la sonrisa hasta la reflexión, desde la ternura hasta el infierno del individuo convertido en despojo social. La dualidad del espíritu humano, capaz de ilusionarse vendiendo globitos en el parque, convive con el comercio del cuerpo mientras fomenta una prostitución legal llamada trabajo.
La interculturalidad forma parte de la esencia teatral porque si de algo escapa el teatro es de las fronteras. Su lenguaje tiende puentes encargados de unir credos e ideologías fusionándolos en un término único: libertad. Esta idea transfronteriza, de la que muchos políticos deberían de tomar nota, alimenta el corpus de “El señor lbrahim y las flores del Corán”: otro ejemplo que escenifica la utilización de recursos mínimos para conseguir grandes logros. Sus dos protagonistas nos conducen por mundos, tan reales como imaginarios, a través de un viaje colorista y emotivo. Carlos Manrique Sastre, alter ego del señor Ibrahim, y Alejandro García, brillante Momo, fueron lo mejor del certamen: talento y juventud fundidos en la misma sabia. Alejandro se convirtió en la sorpresa incuestionable, una gota refrescante de vida y potencial. Alguien capaz de remover las tripas y hacer que las mejillas se humedezcan emocionadas. Carlos hizo de contrapeso a una intensidad juvenil que necesitaba ser reconducida. Su estabilidad en las tablas reconforta bajo los faldones del señor Ibrahim; trasmite serenidad. Es la mano que dirige los atropellados pasos de un muchacho marcado por el infortunio y el desamparo. |
|
|
¿Se peca de osadía al afirmar que encontramos en Carlos Manrique Sastre un digno sucesor de César Gil? Indiscutiblemente se trata de un aprendiz aventajado, con toda una vida artística por delante, dispuesto a seguir los pasos de su maestro. Estos tres artistas representan tres estratos distintos de la vida teatral: el cachorro, el guerrero y el sabio. “El señor lbrahim y las flores del Corán” ha sido lo mejor del certamen con sobrada distancia. Los reconocimientos obtenidos son un plus merecido por el trabajo bien hecho. |
|
 |
|
|
|
|
|
|
|
|
La experiencia de El Barracón lo ha convertido en un equipo que sale a disfrutar en sus producciones. El truco de su éxito radica en una sencillez, capaz de acelerar el ritmo cardíaco, y en una labor meticulosa. Así, todos los amantes del teatro ganamos. |
|
|
|
La
revista Photomusik no se hace responsable
de las opiniones de sus colaboradores
expuestas en esta sección.
Texto: www.photomusik.com
© - Fotos: El Barracón © |
|
|
|
|
|
|
| | |