La sacudida del 15 de mayo ha pasado de resaca a realidad durante los siete días siguientes. El fin de semana que abría la recta final hacia las elecciones del 22 se ha cargado de júbilo y explosión festiva. Gente invadiendo la calle a troche y moche olvidándose del agobio urbano y los atascos; caras distendidas, conciencias críticas, plazoletas convertidas en Parlamentos solidarios al aire libre, participación. ¿Verdadero apoyo social a la causa del 15 de mayo o un momento para ocupar el tiempo de descanso laboral? Un poco de todo en una movilización colectiva cuya raíz no tenía consignas partidistas.
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La vida respiraba autónoma, la palabra salió a las calles. Acercando oreja se escuchaban comentarios que ponían verdes a los medios de comunicación, su reputación ha caído en picado bursátil hasta el subsuelo de la verdad. Humus apestado de manipulación. Las principales arterias del centro madrileño son una mezcla de colores y lenguas unidas bajo la bandera de la solidaridad. La noche del sábado 21 en la Puerta el Sol y aledaños poco tenía de reflexiva. Le euforia del colectivo reunido asustó a los gatos negros y trastocó el sueño de las palomas que hace de Sol un lugar de encuentro mendicante. Contaminación acústica salida de paseo. La ocupación se ha extendido a las calles que desembocan en Sol, convirtiéndose en protagonistas. El kilómetro 0 se ha ramificado; a vista de pájaro, Preciados, Montera, Arenal, Carretas, Espoz y Mina o Alcalá son vasos comunicantes de energía positiva.
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Jornada de reflexión festiva y noctámbula. Este altruismo solidario dinamiza la economía del negocio nocturno. Bares y cafeterías circundantes han sufrido con agrado su algarabía, donde las charlas pedagógicas se mezclaban con especulaciones sobre la liga de fútbol. La crisis denunciada a escasos metros no afecta a la caja de esta noche. Gritos de inconformismo se codean con cañas de cerveza importada, morcilla reseca y hamburguesas. Las terrazas despiden un tufillo desubicado; ¿espacio sin humo?... noche tranquila de copichuela y alterne. Reivindicación y ocio conviviendo a escasos metros; caras pintadas con la ilusión de una protesta y culos sonrientes haciendo de mobiliario urbano. Crisol social. |
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El abucheo es un primer plano antimediático, gritos de no votar. Se ha roto el cordón entre la solidaridad y el respeto a la jornada de reflexión. La calle se ha convertido en un tsunami de tolerancia pacífica. La Puerta el Sol es una Gran Manzana madura, ¿quién recogerá el fruto? Las calles por donde se mezcla el tráfico rodado con el peatón registran movimiento lento y a la vez fluido. Los taxistas aguardan estoicos ante semáforos humanos, el taxímetro corre: ganancia generada. Lo que otros días serían bocinazos histéricos, hoy sabe a paciencia cantarina. La premura por adelantarse al semáforo en rojo circula despreocupada en caravana de la paz.
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El metro es una jaula sin salida en Sol. Un grupo de jóvenes músicos con vestimenta siniestra-cool aporta monedas que satisfagan el estómago con un bocado de comida basura. “¡No me estreses con la pizza!”. Agobio fuera y dentro de las calles madrileñas. |
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