El primer beso se da con la mirada, el segundo con la piel acariciándose. El roce de los labios culmina una excitación eréctil de graves consecuencias si no se traspasa el más allá de ese instante. El cosquilleo momentáneo crea un vínculo de pasión desatada entre la inglesa Kristin Scott Thomas (Suzaznne) y el español Sergi López (Iván) en “Partir”, la nueva entrega de la directora de cine Catherine Corsini. Desde que William Heise grabara el corto “The Kiss” en 1896, a las órdenes de Thomas Edison, un beso es conductor de engaños y pasiones en la gran pantalla. |
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El amor y la tragedia siempre van de la mano como personajes apátridas. Poseen la característica de aferrarse al tegumento humano de una forma enfermiza. Las pasiones desencadenan torrentes amorosos que raras veces responden a la razón. Ésta, junto al querer salvaje incapaz de entender la norma, no pertenece a nadie; incluso los mismos amantes corren el riesgo de sucumbir ante su violencia. |
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“Partir” es un ejemplo del poder que ejercen las palabras y los deseos sobre el hombre; de cómo la ilusión se ve mancillada, de cómo una frase puede turbar un sentimiento y de cómo cambia un instante cuando nos dicen lo que pedimos oír, no lo que esperamos escuchar. La normalidad que construimos alrededor nuestro, a modo de castillo, se trasforma. El futuro es algo a lo que sólo podemos enfrentarnos en tiempo presente. Esta labor implica una alta dosis de coraje, siempre acorazada por ese sentimiento que escapa al razonamiento (amor/deseo). No es sólo fruto del instinto primigenio del corazón o la piel, supone una toma de decisión y la aceptación de todas las consecuencias que conlleva esa tarea de despertar mental. |
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Catherine Corsini comienza describiendo una marcada clasificación social de sus personajes. La monotonía admitida choca con el vitalismo sexual. Unos prefieren el continuismo de un ambiente que les es agradecido porque ellos se encargan de mantenerlo vivo; otros deciden reinventarse cuando ven que existe algo más allá del anquilosamiento burgués. |
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El beso es el conductor de una trama que se antoja fácil. La directora francesa deja en el aire especulaciones sobre lo ocurrido. Poco a poco, sin perder el ritmo, nos conduce por sendas dulces y amargas. Nos introduce en un torbellino pasional con diferentes matices. Se la ha jugado y ha salido ganadora. La vida y la muerte son alimento en “Partir”. Artistas y espectadores van perdiéndose en un abismo sin fondo. El drama, y la esperanza, de la película es el orgullo de Suzaznne. El nuevo amor despierta en “Partir” la autoestima, querer emprender una nueva vida, ser útil. Se encuentra a sí misma en el silencio de su soledad saboreando la hierba. Exhibe una sonrisa exquisita, tierna, amiga de sus ojos, dulce, conmovedora. |
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El triángulo situacional de “Partir” describe sexo, odio, arrepentimiento y posesión. A pesar de vivir en el siglo del futuro, la película nos hace ver que el sexo femenino aún es considerado debí, a pesar del coraje demostrado. Es un ejemplo de que la convivencia entre hombre y mujer exige un separación material y espiritual, el respeto a la individualidad. El matrimonio no previene el dolor de un mañana incierto: crea dependencia. El aburguesamiento fagocita los sentimientos de la parte débil. Quien se atreve a romper ese claustro, reconforta y turba. Es otro tirano, en el fondo, aunque vacío de maldad. El amor, y el sexo, llevan la marca del egoísmo. El único amante libre es quien no espera nada a cambio, quien entiende el amor como un compromiso respetuoso sin posesión. Ivan Attal (Samuel) es el reflejo de nuestro alma imberbe en los pantanos amoroso. Representa a la fragilidad y la monstruosidad en un sólo ente. Hay debilidad en su mirada cuando la realidad se le escapa de su control. Es experto en la vejación. |
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El final de esta película, la décimo sexta en la filmografía de Catherine Corsini, responde a instintos primigenios, donde el mal se reduce a la falta de comunicación bidireccional dentro de la convivencia conyugal.El talante burgués que determinado estatus confiere a la vida, aleja a los protagonistas de la realidad. |
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"Partir” es un áspero camino sin retorno.
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