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EN VÍAS DE LA EXTINCIÓN
Película "El Ilusionista".
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Banda sonora |
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Deliciosa, con personalidad y humana. En pocas ocasiones se ha contado tanto con tan poca palabra. Jacques Tati se reafirma como el genio oculto que fue; portador de una sensibilidad desarrollada con su tiempo. “El Ilusionista” se corona como el rey del gag, la comicidad mímica: una forma exquisita de describir la amargura de una realidad que se va imponiendo con dulzura e impotencia. Animación triste con altas dosis de ternura. El rojo omnipresente tiñe de sangre premonitoria una realidad abocada a su muerte. La sonrisa jamás desaparece de este ilusionista. Su historia esconde la particuliaridad de sus sueños y reflejan un cuento de ilusión y silencio... común. El personaje se identifica con cualquier hombre obligado acceder ante el paso del tiempo; no es anónimo. Es un objeto de moda desplazado por los gustos sociales. |
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El mundo del espectáculo se encuentra en crisis. Regalar ilusión ya no proporciona admiración. “El Ilusionista” presencia la muerte del music-hall, el género dorado de Hollywood en los años 50. El personaje de Tati pertenece a este ambiente; dentro de la humildad presencia la caída de su magia. La guillotina de la televisión se cierne implacable sobre su cabeza. El contacto con su público sobrepasaba la presencia física; ahora observa el nacimiento de una nueva conexión artista-espectador: el éxtasis y griterío de los fans. Regalar ilusiones se ve suplantado por la locura instantánea de la imagen artística sobre un escenario endiosado. El mundo de las bambalinas se convierte en comedia humorística repleta de conejos traviesos, palomas revoloteando, verdetes... El ilusionista de Tati despliega dulzura mientras los trucos se le escapan de sus manos una vez que han representdo su papel. Chisteras moviéndose por cuenta propia; todo está presto a desaparecer en aras de un ocio novedoso. La revolución del music-hall ha comenzado. Trapecistas, payasos, malabaristas sienten este empujón que les obliga a reconvertir su seducción o pasar a ser parte del recuerdo circense. Reconvertirse o morir, un síntoma de que la vida no puede parar y el hombre ha de adaptarse a los cambios progresistas.
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La ilusión, como parte del espectáculo, no puede competir con los espasmos musicales del tupé engominado. “El Ilusionista” desarrolla un cuidado extremo en el dibujo, los colores y lo grotesco de sus personajes. Es un cuento para adultos; un recorrido por la geografía del tiempo con referentes musicales: la central eléctrica Battersea, en Londres, forma parte del paisaje de una época.
En “El Ilusionista” tiene su espacio como imagen en movimiento, descriptiva y latente. El personaje creado por Tati sobrevive como vagabundo con sueños empaquetados; viajeros, inseparables.... Muerde el polvo del vacío, de risas emborrachadas que no reconocen su talento. Si ya resulta duro conservar un trabajo, la vida le obliga a rebjar su caché, hacer de artista paquete. Es un personaje animado que vive en un mundo con los mismos problemas que el real.
La fuerza del rock, otro referente histórico, aplasta su magia silenciosa. El rock es un pulpo personificado por Billy Boy and the Britoons, a caballo entre The Beatles y Elvis Presley. Su líder, Billy Boy, se mueve por el escenario como una lagartija con tupé prolongado. El equipo de caracterización ha puesto toda la carne en el asador y el resultado es un calco del original. La música de los años 50 se encuentra reflejada en este espécimen, generador del fenómeno fan. Ente lineas se encuentra el comienzo de una industria dinosaurio que arrasará con el ocio de la juventud: la musical. La música y el cine le convierten en conejo asustado, desorientado: sin madriguera.
El diálogo es innecesario en “El Ilusionista” porque sus imágenes lo expresan todo con movimiento. La plasticidad se encuentra en lo que no se dice, su originalidad radica en la manera de contar las cosas: accesible, cercana. Es la historia de la vida, de seguir adelante a costa de lo que sea, de sobrevivir, de adaptarse y aceptar la realidad. |
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Tati es un gagman creador de su propio universo. Su imaginación desbordante traduce un cuento amargo en hermosa, donde hay cabida para el desengaño, la aceptación y el amor a partes iguales. El ilusionista es un personaje de humildad desmedida, testigo de trasformaciones.
Podrá despojarse del pasado, por necesidad, pero no de su maleta, compañera allá donde vaya. Su maleta es como su corazón. Sin ella, “El Ilusionista” sería apariencia.
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