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ÉSTA NO ES MI TIERRA
Película "Almanya: bienvenido a Alemania"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Banda sonora |
Premios |
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Entrevista a Yasemin y Nesrin Samderelli |
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El final de la Segunda Guerra Mundial dejó a Alemania sumida en el desaliento: perdedora moral, empobrecida, deshecha y sin mano de obra barata que llevara a cabo su reconstrucción y su futuro milagro económico. Italianos, griegos y turcos abandonaron su patria en busca de un horizonte; tampoco faltaron los trabajadores españoles que decidieron probar fortuna en esta tierra de las oportunidades. Las hermanas Samdereli construyen un recorrido por lugares y costumbres a través del tiempo. El presente cohabita, en paralelo, con el pasado de la familia Yilmaz. Varias generaciones se enfrentan a una decisión patriarcal que desea reencontrarse con sus orígenes. La familia de Hüseyin (Vedat Erincin) forma parte la cultura alemana. Él no ha conseguido una adaptación íntegra; es hora de volver a las raíces. Su corazón pertenece a Anatolia.
Los guiños de comedia no abandonan esta producción que esconde un romanticismo heroico personificado en Hüseyin. No busca el retrato crudo de la precariedad existente en la Alemania de posguerra. Se fija en lo intrínseco del emigrante, quien no abandonó su país por gusto.
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Las hermanas Samdereli tardaron una década hasta llevar “Almanya: bienvenido a Alemania” a la pantalla. Ha sido un proyecto tildado de interesante, y, al mismo tiempo, le han augurado una repercusión nula en salas al mezclar cuesiones políticas y cinematográficas. Mentes cortas que no alcanzan más allá del comentario fácil y el pensamiento sin perspectiva. Se aborda la emigración, dotándola de una jocosidad refrescante, sin dejar a un lado la esperanza. El aspecto menos agradable de los gastarbeiter siempre permanece. El deseo de europeizarse campa junto al sueño del protagonista, fiel a su origen. La vida aparece con la misma naturalidad que la muerte; cada uno la disfruta a su manera. No se pueden separar cuando ambas son consustanciales al hombre. El choque generacional no actúa como un enfrentamiento dramático de situaciones; avanza sin darnos cuenta. El pasado y presente de una convivencia familiar se convierte en viaje de andanzas compartidas. El recuerdo no se enemista con lo que ha de venir; se lanza a una aventura de final incierto. Su aspecto dulzón queda reservado para quienes no escarben más allá de la imagen latente.
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Hüseyin es un niño grande afianzado en su vena sentimental; su esposa Fatma (Lilay Huser), símbolo de la integración que ha de ser ratificada burocráticamente. Viven un mundo de ausencias y reencuentros; confianzas y apariencias; charlas y enfrentamientos; miedos al embarazo prematuro. La comedia guarda complicidad con una tragedia que no es tanto por su desenlace. La muerte significa un paso natural en la vida humana; surge como un dormitar placentero. Los maizales cubren de espesura protectora los ojos de su nieto Cenk (Rafael Koussouris) al que intentan alejar de la realidad. Las metáforas visuales abundan en este homenaje a un abuelo que quiso reencontrarse con sus orígenes. Existe la pérdida y el agradecimiento.
El lenguaje inventado por los alemanes para comunicarse con el emigrante turco origina un galimatías que en vez de ayudar, confunde al foráneo. |
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El pasado hay que conservarlo siempre; es el legado espiritual de nuestra memoria.
Hüseyin interpreta a un niño negándose a envejecer sin antes descansar en sus orígenes. Dependiendo cómo se mire, su actitud se calificaría de imposición o de prueba. “Almanya: bienvenido a Alemania” habla de la soledad intrínseca al emigrante, la evolución de sus sueños, los objetivos conseguidos y los que quedaron en el camino, todo envuelto en una armonía metafórica que no permanece ajena a la carcajada.
La vida es como un charco de agua helada que, cuando se convierte en líquida, regresa a las nubes en forma de vapor, y se seca. Este viaje a lo profundo de la emigración es un círculo vital contado con agradecimiento y sin lágrimas sensibleras. |
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