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ZOMBILANDIA
Película "El alucinante mundo de Norman"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Banda sonora |
Premios |
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Ni risas ni terror; algún bostezo de aburrimiento y otro ejemplo de que la tecnología sigue rompiendo barreras en el cine. El mundo de Norman se resume a estas pinceladas de exclusividad peregrina. La última película firmada por Chris Butler y Sam Fell reúne, bajo la mirada inocente de un tímido chaval, a un grupo de zombis que vaga perdidos por el tiempo del despropósito errante (y errático). Laika Entertainment se rodea de tecnología colorista y perfeccionista para ofrecer una historia poco historiada y aburrida hasta los tuétanos (excepto para los amantes del 3D caricaturesco). Surge la pregunta mil veces repetida: ¿el 3D da valor a esta cinta? A lo que contesta una voz cotidiana: el 3D actúa como arma comercial, e innecesaria, mientras visionamos “El alucinante mundo de Norman”. Corre la suerte (la busca) de convertirse en marca registrada de una factoría que produce cine veraniego/navideño de empacho. En resumen: esta película es el estereotipo del producto familiar consumible junto al chasquido palomitero molesto.
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La impecable ejecución técnica eclipsa al entretenimiento; todo se queda en desfase visual, producto mediático pasajero avocado a ocupar, de manera abusiva, las estanterías del regalo navideño. El mundo de los zombis busca un hueco en el corazón infantil sin despertar miedo. Su aparición causa más pena que susto representado por un grupo de fumados perdidos por el mundo real. Alimañas destinadas a vagar entre los vivos en busca de un visionario caza fantasmas que comprenda su problema y disuelva sus cenizas en el éter del pasado. Historias para niños con personajes infantiles y comediantes asustadores: unos vistiendo trenzas, sin piel todos.
La película se cubre de tono melancólico gracias a la nocturnidad de los sucesos. Efectismo. Los diálogos imprimen rapidez y vidilla a una trama que cae vencida por el peso de unas imágenes que buscan protagonismo sobre la situación. |
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Los zombis perdidos encuentran el refugio a este calvario en Norman, tierno impúber amante de lo oscuro y la soledad charlatana con los espíritus: un seguidor acérrimo de las series B. Referencias al perdón y la familia; al dolor por la pérdida querida, al ángel de la guarda maternal en forma de abuela, al vacío, al bulling y a la homosexualidad satírica: aspectos cuidadosamente presentados en clave humorística para no herir la sensibilidad del espectador diminuto. Lecciones de historia mezcladas con la brujería; antepasados mártires, fiambres esqueléticos sin alma que buscan compasión en un anhelo de volver a descansar en su silencio cenizo.
La muerte aparece más viva que nunca; Norman es un soñador que, de la noche a la mañana, se convierte en héroe gracias a su videncia laica. |
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