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ENTRE EL EMPRENDIMIENTO Y LA TRAGEDIA
Película Serena
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha técnica |
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Los comienzos invocan la importancia del titulo que, poco a poco, se convertirá en elemento supletorio que no rechaza sus funciones irónicas. La belleza y el emprendimiento se hacen fuertes en un mundo de leñadores. Serena es belleza y elemento rudo, varonil; intrigas amorosas y dramas personales; culminaciones de cama con frustraciones posteriores, romances escondidos entre apariciones malditas; espectros que recuerdan un pasado de masculinidad casquivana; descarrilamientos ferroviarios de hierro y plastilina; mordeduras de serpientes; la inmensidad boscosa de Carolina del Norte y el ansia humana por destruirla bajo la bandera del progreso aniquilador; la testosterona voraz de un apellido. Lo que comienza como una cacería privada, burguesa, abre las puertas a la del amor que une intereses con belleza. El galán conquista a la amazona, curtida también entre troncos y astillas. George y Serena Pemberton constituyen el matrimonio de conveniencia en el que la llama de la pasión dura poco para destapar se esencia con fluidez: la prosperidad material. La nueva señora Pemberton, ¿deposita su interés en su marido o en el músculo de sus posesiones? El amor surge como un capítulo de telenovela, artificioso y necesario para que la trama prosiga su camino conquistador. La relación ardiente desemboca en la sutileza con que la pérdida familiar impide apuntalar raíces dentro de este mundo gobernado por fuertes y valientes; por emprendedores. |
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El pueblo improvisado en Smoky Mountains, Carolina del Norte, durante los años de la Gran Depresión, ve cómo se gesta la tragedia; es idéntico a los que se abrieron a cielo abierto en la cuenca minera berciana. La lucha por la preservación del ecosistema frente a la prosperidad capitalista enfrenta a los Pemberton con el Servicio de Parques Nacionales.
Serena, maestra en la frialdad calculadora, esconde pasiones de vengadora asesina. La ambición rubia se convierte en una estampa que combina lo masculino con lo femenino, su pasado con el mañana sin despreciar el poder que le otorga un presente cargado de linaje empresarial.
–Le aseguro una cosa, señor Buchanan: no he venido a Carolina a hacer punto de cruz.
Aunque Serena intente esconder las zonas oscuras, éstas pasarán factura a un espíritu débil. Ya se sabe que cuando la mona se viste de seda, mona se queda. |
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Si la novela de Ron Rash es un homenaje a la mujer luchadora, la película que firma Susanne Bier perece en una calma excesiva, más agonizante que agónica. Sosa. Todo cabe en su metraje irregular de aristas interesantes que el aburrimiento lima hasta erosionar con fricción maderera. El mito de la heroína esconde una mujer débil. Se derrumba ante el recuerdo de un pasado consanguíneo trágico del que se siente culpable.
La base del imperio maderero sostiene a Serena, una estructura típicamente norteamericana, endeble en un esqueleto forestal que arde con facilidad. Es el enfrentamiento entre el hombre mercantilista de los años 20 en Estados Unidos y la sociedad; la ingenuidad de quien considera los recursos naturales inagotables; la sombra incómoda de Galloway, la persistencia de un sheriff justo. Serena incita a una siesta con olor a Naturaleza amigable donde lo plástico sobrevive ante el componente narrativo. |
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