El mundo, conducido por la economía, se divide en dos clases de personas: las listas y las honradas. Las honradas confían en las listas: su vida, sus ilusiones, sus aspiraciones; incluso el aire que respiran. Nada es de ellos, todo pertenece a las listas, primas hermanas de la prensa y la política. “La gran apuesta” muestra esta alianza en formato cómico dramático mientras escupe palabras del novelista
Tom Clancy nada fantasiosas:
“Si puedes controlar la información, puedes controlar a la gente.”
El tono rápido, tan nervioso como embaucador, de diálogos que intoxican las imágenes con terminología farragosa no permite disfrutar del caos que dibujan. Conviene ver este largometraje acompañado de un buen diccionario económico que se deje manosear sin pudor. La cantidad tan exagerada, y esquizofrénicamente repetitiva, de tecnicismos bancarios eclipsa el protagonismo a los actores. Expresiones como
swap, obligaciones de deuda garantizadas (los CDO), triple A, tramos de préstamos hipotecarios de alto riesgo,
CDO sintéticos, sonrojan al ignorante financiero mientras morimos sepultados por este aluvión de tecnicismos asesinos. Somos espectadores en una charla cuyo lenguaje encriptado hace que el oestron de Tolkien o el aurebesh de Star War aparezcan como lenguas muertas. Aquí se habla el idioma de Harvard, Yale o Princeton.
“La gran apuesta” es el timo llevado a gran escala: el nieto aventajado de
“El color del dinero” y el hijo sabiondo de
“Wall Street” Es un muestrario de la mediocridad neoliberal que manipula nuestras vidas sin freno. Se estafa a conciencia con un “que se jodan” tan usual como práctico. ¡Aprenda economía en un mini cursillo acelerado de 130 minutos!