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UNA CRÓNICA DE GUERRA DESCAFEINADA
Película "La corresponsal"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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La guerra es un tema muy recurrente en la industria cinematográfica tan manido que se hace cuesta arriba encontrar una película interesante vista bajo esta perspectiva. En la mayoría de las veces, se impone la figura del héroe ante la importancia de las causas situacionales. No sólo es necesario hacer creíble al personaje también importa dotar a la historia de una originalidad contagiosa. Desde que en 1942, George Stevens dirigiera La mujer del año, con Katherine Hepburn en el papel de la corresponsal Dorothy Thompson, hasta La corresponsal, el reportero como figura clave del conflicto ha evolucionado a velocidad trepidante.
La palabra guerra nos abre las puertas a un universo regido por la injusticia donde los buenos y malos se sustituyen por víctimas y verdugos y, en medio del fuego cruzado se encuentra la artillería desplegada por el orbe periodístico. Su presencia, muchas veces incómoda, acerca los desastres del mundo convulso al mundo en paz. El informador está para contar, como testigo privilegiado, las atrocidades que alimentan los escenarios bélicos. Marie Colvin, gracias a la interpretación alicaída de Rosamund Pike, se repite con insistencia y variación geográfica. Esta crónica de guerra, unida a través de enfrentamientos sostenidos con pinzas, ni conmueve ni conmociona. Hace del combate la sucesión de hechos históricos para alcanzar un final previsible en la tragedia. La reportera Colvin se viste con la humildad descafeinada que roza el tebeo; su narración abrupta por la inestabilidad personal camina como el cangrejo. Hace de enlace entre la barbarie de la batalla y el suceso convertido en hecho noticioso. ¿Dónde está la vena por la que discurren torrentes de sangre informativa? Su personalidad caótica engorda una vida privada desastrosa y autodestructiva.
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Imagen tras imagen surgen preguntas nerviosas: ¿qué hay tras la mujer que esconde el mito?, ¿es una figura construida gracias a su importancia mediática? La corresponsal está muy lejos de El año que vivimos peligrosamente o el oscarizado The Killing Fields: es metralla de fogueo usada con armas de verdad contra civiles inocentes. La figura el reportero obliga un recuerdo a Isabelle Huppert en El amor es más fuerte que las bombas, estableciendo los límites entre cine de calidad y convencional. El enfoque lineal de los acontecimientos sustenta un guión resbaladizo alimentado por un protagonismo abusivo de Marie Colvin frente al testimonio. La música ajustada al momento encuentra en Requiem for a Private War, de Annie Lennox, la mejor manera de expresar el dolor y la pérdida. La fotografía de Robert Richardson, avalada por trabajos como Casino, Nixon, Shine a Light, Kill Bill (I y II), La invención de Hugo o Django desencadenado, es impecable retratando cada palmo de la guerra con una fidelidad que bombardea la incursión de la imaginación traicionera. Figuras como Muamar el Gadafi sobran. El anonimato de otros, léase el jefe de los Tigres Tamiles, resulta convincente en su clandestinidad guerrillera veraz. Si entendemos el primer largometraje de Matthew Heineman como un catálogo de lugares calientes en el mapa geopolítico del siglo XXI (Sri Lanka, Libia, Afganistán o Siria), La corresponsal no defrauda. |
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