|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
REDESCUBRIR EL AMOR POR PARTIDA DOBLE
Película "La primera cita"
J. G.
(Madrid,
España)
|
|
|
|
Ficha Técnica |
Video |
|
|
|
|
La suavidad candorosa con que Jesús Ponce aborda un tema escabroso hace de La primera cita una entrega respetable. Podría haber tirado por el camino fácil del melodrama convencional acompañando la tragedia. La enfermedad se adentra en el terreno de lo desconocido para crear escenarios tangenciales donde la vida sonríe con la misma facilidad que se turba; descoloca al marido dominante e ilumina la espontaneidad de una esposa recatada; saca a la luz una incomunicación sorteada por los años. Este prodigio de mezcolanza temperamental escribe diálogos en las horas confusas de una pareja que enfoca la vida con perspectivas distintas. El futuro incierto de alguien que decide exprimir el presente provoca en la otra una colisión personal al descubrir su esterilidad sentimental. Este ejercicio de desmemoria indolora libera la vida constreñida de una mujer atada a la pata de la silla doméstica y noquea la seguridad del hombre que ha fabricado una mentira con más testosterona de carretera. El pasado juega a ser presente; Isabel, como chispa de vida, mira sin complejos a la fragilidad de una mente masculina confundida; su sonrisa ventila el aire viciado de una ligazón matrimonial flácida.
|
|
|
|
|
La pérdida de la identidad relacional siente la traición de uno frente a la sinceridad fresca. La aventura se lanza al abismo atractivo, y adolescente, del amante desconocido. El presente flotante define una relación a dos bandas. El momento, estancado en una dimensión perdida, borra cualquier vestigio recordatorio. El vínculo sentimental enfrenta inocencia e irritabilidad en una ruta de trayecto solitario. Sebastián se deja marcar por la traición descubierta con ese dolor que siente la herida de la infidelidad; no acepta su grado de culpa mientras se revuelve en brazos de la inmadurez egocéntrica. Ella, en un juego falso del gato que persigue al ratón, es candor; él, distancia granítica, fósil de un pasado libertino que le toca revivir. Ambos comparten un segundo momento en una comedia dramática que quita hierro a los baches inesperados de la vida. |
|
|
|
El mal de Alzheimer fabrica destellos y sombras que hacen del amor un vaso comunicante entre sinceridad y sospecha. El espectador visualiza un relato tan inocente como perverso, asiste al nacimiento de una memoria que despierta y otra humillada. La convivencia, distante de mundos engarzados por el día a día, aporta su propia verdad mientras la complicidad clandestina de un pasado oculto se conjuga en presente. La familia y el ejército son barreras institucionales que separan, la alteración mental une con intensidad desigual fraguadora de una cercanía desconocida. El estereotipo de la homosexualidad ante al rigorismo castrense no consigue desinflarla; el gusto exclusivista por la música española que demuestra un analfabetismo cultural, tampoco. Sebastián es un socio numerario de VOX vapuleado por un mundo de locos que no admite. Su gesto avinagrado empuja una tiesura burlesca de hombre inmaduro y radical, fiel a sus principios militares, tan hoscos como cerrados.
La mirada de Mercedes, como amante en la sombra del recuerdo, arranca confesiones prohibidas en el nido conyugal. El alzheimer empuja a la frustración masculina por el acantilado de sus celos mientras revivir el recuerdo le pasa factura. Descubre a la mujer que siempre quiso ser protagonista de su lance intenso; alguien que supera la invisibilidad a la que el sometimiento marital le ha obligado. |
|
|
|
Las relaciones humanas se construyen, o destruyen, a través del matrimonio, desde la ocupación de espacios vacíos hasta el derecho a pernada. El tronco argumental de La primera cita favorece el crecimiento de ramas que dan para muchos debates. La elasticidad del guión evade la compasión, dibuja un retrato incómodo y cómico del trastorno neurológico. La fotografía cuidada permite moverse a los personajes cómodamente, en su ligereza mental, como actores de una película intimista que se deja llevar por un final previsible y meloso. |
|
|
La
revista Photomusik no se hace responsable
de las opiniones de sus colaboradores
expuestas en esta sección.
Texto: www.photomusik.com
©
|
|
|
|
|
|
| | |