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LA VIDA NACE, LA VIDA MUERE
Película "Gloria Mundi"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Las primeras imágenes de la vida nadan en la humedad amniótica y el aire extraño con violencia y belleza. El recién nacido llora, los presentes se emocionan lacrimosos, el futuro se presenta con sonrisas y decepciones. Robert Guédiguian abre las puertas a la moralidad en una película de héroes, resistencia, fracasados y esperanza. La heroicidad de una paternidad esperada germina en esclavitud de la tiranía vital implícita al recién nacido. La fragilidad de un parto natural inaugura Gloria Mundi disipando la amargura de una agresividad laboral expectante. La belleza de un parto sin tintes religiosos nace bajo el paraguas de injusticias adultas aceptadas que amparamos en la supervivencia. Un futuro trufado de amargura no impide justificar su delicadeza.
La llegada de Gloria es un soplo de aire fresco al estercolero capitalista que ensucia ilusiones. La familia, reunida en torno a esta celebración, es el refugio de la impotencia enervada en busca de su caricia proteccionista.
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Gloria, con apellido de inspiración ascética y cristiana, refleja lo efímero del mundo. Guédiguian reta a su ateísmo a dialogar con el librepensamiento trascendental en un juego de palabras (Sic transit gloria mundi). Su natividad profundiza en el aislamiento parental e individual, da la bienvenida al círculo casero de sociedad ultracapitalista. El encuentro propicia una celebración que aprovecha para explorar sus mediocridades. El cineasta galo no deja títere con cabeza retratando el oportunismo de un tendero, enganchado a la cocaína, en su fantasía de empresario aburguesado que disfruta bajo el paraguas de la continuidad. La unión que proporciona esta celebración natal enfrenta estados de ánimo, maneras opuestas de entender la vida, ideas diferentes para enfrentarse al consumismo.
El director de Las nieves del Kilimanjaro vuelve a tocar la vena social en una economía de la emergencia y las miserias convivenciales. Podredumbres generacionales que se retratan a través de dos momentos clave: los que vivieron Mayo del 68 y los que nacieron después. En medio de ambos episodios, la sombra de quien no tiene nada que perder exige su protagonismo desde el silencio. Daniel, expresidiario, ve la luz en otro nacimiento paralelo a Gloria. El inicio del proyecto familiar choca con la presencia de quien rompió su continuidad obligado a pagar una deuda con la justicia. El antiguo marido de Sylvie personifica al sacrificio imaginado sin que resulte victimista. |
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La sociedad que Robert Guédiguian presenta recuerda, con una dureza menos rocosa, al realismo crudo de Ken Loach en Sorry We Missed You; cuenta con la ayuda habitual de Serge Valletti (El cumpleaños de Ariane, La casa junto al mar) en la concepción de un guión relajado; se rodea de actores habituales en otros proyectos. Películas citadas con anterioridad le sirven para escoger a sus protagonistas aunque también tiró de Una historia de locos para elegir a Robinson Stévenin y Lola Naymark. Ariane Ascaride, convertida en musa esencial de su marido, impulsa una historia de amor y dolor que no olvida la comedia. A pesar de deficiencias previsibles que mezclan lo conmovedor con la responsabilidad, la esperanza se abre camino entre la emoción y lo prescindible. Gloria Mundi hace pensar sobre los excesos de una vida que tiende a valorar la complacencia. La protagonista, un bebé, es fruto de amor, una balsa que conecta bondad con maldad sin zarandear conciencias ni edulcorar sentimientos. Su venida al mundo descorcha bajezas y esencias de fragancia reflexiva. |
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