A pesar de que Spider-Man: Sin camino a casa arranca con un engranaje prometedor pronto se convierte en la continuación de pasados conocidos donde la hiperactividad garantiza incidentes atropellados. Si de algo está bien abastecida esta secuela es del movimiento proporcionado por una intensidad frenética que crece con la virulencia de los mamporros regalados. Todo es intrascendente en este mundo de engendros humanizados y buscadores del titular periodístico impactante en un mundo que gustan dibujar como apocalíptico. La caricatura de un mundo trágico dibuja seres especiales unidos por la distancia entre el odio de y la aflicción ante la pérdida amiga. Sin los efectos especiales, cargantes por la exageración violenta, el ajetreo pierde su fuerza gravitatoria. Después de explayarse en una furia gratuita pero necesaria para entender el universo al que Spider-Man se enfrenta, el argumento conocido de sobra no se corta en recurrir a la lágrima simplona para alcanzar toques de sensibilidad plastificada. Sólo se salva la presentación del héroe como un ser de carne y hueso con corazón nacido para morir. En este punto, rechina la necesidad de inmolarse para encontrar el resurgimiento en una persona del montón, con mirada inocente y palabras que no se atreve a pronunciar para no romper el curso de los acontecimientos. Los nombres propios brillan como reclamo recaudatorio en este tebeo para un público más adulto que infantil gracias a su descarga de adrenalina cabreada, parlante con los puños. Hay para escoger: Benedict Cumberbatch como padre Zeus, Tom Holland empalagoso, la presencia necesaria de Jon Favreau en sintonía con lo terrenal, la corrección de Jamie Foxx en su familia nueva, el rescate emotivo de Andrew Garfieldl y Tobey Maguire y la villanía de un Willem Dafoe difícil de superar. Esta lucha entre el bien y el mal es un tostón poblado de personajes con morfología variable. Ojalá que el final de la trilogía formada por Spider-Man: Homecoming (2018), Spider-Man: Lejos de casa (2019) y Spider-man: Sin camino a casa (2021) no signifique el comienzo de una tetralogía. |