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CASUALIDADES PREVISIBLES
Película Algo le pasa a mi yerno
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
Vídeo |
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El nombre de Christian Clavier deja muchas pistas sobre el cuerpo de cualquier largometraje suyo. Exceptuando al protagonista de la saga Los visitantes, el actor parisino que tan pronto pasa un verano en Ibiza como se va de vacaciones a África ha venido sembrando su filmografía de títulos insustanciales convertidos en comedia estival que abanica el aburrimiento. Clavier regresa en un papel con el que se siente cómodo desbordado por los acontecimientos. Con esta locura de tintes cómico-siquiátricos, ratifica su dominio sobre el disparate humorístico, o al menos así lo creen los guionistas al confiar en su presencia. El enredo garantizado que se masca desde los primeros fotogramas se balancea entre el paciente y el médico para introducir a la amante, y futura esposa, que se convertirá en su tercera pata. No se habla de Meetic o cualquier plataforma para encontrar pareja pero se deja caer la idea de manera rápida como elemento que aclare la vida de Olivier Béranger, un personaje neurótico marcado por sus paranoias. La comedia de situación hace de la casualidad el detonante del caos, nada nuevo para el cine de Clavier. La familia, como también dejó patente en la trilogía de Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?, es otro asa de su presencia. Una prole burguesa a quien la buena fotografía con paisajes casi idílicos le sienta bien.
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La interpretación disparatada de Christian Clavier, el motor de este follón que encuentra en la amistades pasadas un apoyo para que las cosas vuelvan a su sitio, tiene un papel significativo aunque no protagónico. Son parte del enjambre de personajes que pueblan un contexto loco e imperfecto en su narrativa argumental. No deja espacio para la sospecha del espectador ni la posibilidad de que algo oscuro pueda subyacer detrás de lo que está ocurriendo. La presencia de otros individuos, a caballo entre entre lo chamánico y pintoresco, aporta ironía al mundo de la medicina alternativa que se codea con la de Marius (Thomas Vandenberghe), mitad curandero mitad vividor. La fotografía, sacada de una publicación de viajes, es un guiño a la mesocracia gala montada en el profesionalismo liberal. La coincidencia desencadenará una neurosis en médico y paciente que el tiempo curará. La música de George Michael (Faith) da ritmo al aire desenfado de un metraje superficial y resuelto, conocedor del terreno que pisa. Las locuras están permitidas en una película insípida, diseñada para la carcajada tontorrona que provoca el humor pánfilo.. |
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