Los californianos Jeff Hershey & The Heartbeats despidieron su reciente gira española con la contundencia que esperaba su público. El recuerdo y canciones nuevas se dieron la mano, entrada la noche, en una soberbia velada de soul notable. Quienes acudieron a la sala Wurlitzer no esperaban menos; y dudo mucho que imaginaran la sorpresa que desplegó un particular colorido musical ante sus ojos.
Este destello sonoro aunó las tablas de Jeff Hershey e ilusión de un nuevo talento: los madrileños Pepper & The Stringalings. Ellos se encargaron de incrementar el apetito musical de la audiencia congregada. Pepa Solana, conocida como Lady Peppe, encabeza una banda que no tiene desperdicio; representan el poder del soul mezclado con la alegría del funk: un aspecto que se encarga de potenciar Eduardo Molina, el batería. Se da un aire de hispano neoyorquino cuyo sonido (y complicidad vocal) sigue, como un guardaespaldas fiel, a la potente voz desplegada por Lady Peppe, la estrella del grupo. Juguetona con sus movimientos en escena y seria a la hora de lanzar su voz, su saber estar nos dio una lección de cómo exprimir la capacidad gutural hasta límites que te dejan petrificado, debido a su fuerza. Reprodujeron en directo su primer trabajo, “Ronky”, con temas como “Please” o la intensidad de “Oh, Babby!”. Si el grupo se gano al público por méritos propios, su vocalista alcanzó la plenitud del sonido negro puro.
Se abrieron las puertas a un espectáculo de soul vibrante con voz espléndida. En torno al sonido, y presencia de Pepper & The Stringalings fue congregándose un interés abarrotado. Jeff Hershey & The Heartbeats entraron bajo el sonido de una intro saxofónica y con sabor a fiesta. Supimos que el sudor se adueñaría del músico nacido en Oxnard de manera inmediata para convertirse en su segunda piel durante todo el concierto.
Logró incendiar la sala junto a The Heartbeats apasionados. Nos trasportó a lo mejor de los 60, arropado por la sensación de black feeling que habían despertado los teloneros. Jeff estuvo agradable, se dejaba querer. Kyle O´Donell, saxofón tenor, y Ashley Jarmack, saxofón barítono, fueron los encargados de poner el punto clásico que con maestría se acomodó a una voz acelerada, plástica: la de Jeff Hershey.
Desde el arranque con "Kock you down", posterior a una breve intro orquestal, Jeff se comportó igual que un saltimbanqui en esta aventura soul rock. Declaración de intenciones. El momento cinematográfico se alcanzó con "Misirlou", canción incluída en la banda sonora de "Pulp Fiction". Las versiones ocuparon un lugar destacando gracias a "Sexual healing" o el recuerdo de Sam Cooke con "Twistin’ the night away". Supo elevar la intensidad, melodía tras melodía, sin parar ni agotarse; dosificó su energía sobre el escenario, sin desmerecer. El entusiasmo del comienzo seguía vivo al final del concierto, entre la gente: cuando las luces se apagan y las guitarras sólo rezuman humo por sus cuerdas, como un suspiro agradecido.
Estuvimos en el estómago de una gruta sobre cuyas paredes quedó tatuado el sabor de "Don`t come around" como arte rupestre de soul elegante. Fuimos unos privilegiados.