La mezcla de estilos musicales enriquece un concierto. Esto es lo que pasó en el ofrecido por los fraceses Film Noir y los mejicanos Zoé. El sonido sofisticado del trío galo abrió las puertas musicales dando importancia al pop electrónico de melodía depurada. El recuerdo a Depeche Mode se acercó al público más puntual. Su nombre evoca la locura de la Belle Epoque cuajada de referencias cinematográficas. La textura orgánica de la vocalista recordaba a Jane Birkin en la sexual Je T'aime.
El grupo musical Zoé culminó el fervor popular sin atender a edades entre los seguidores. El quinteto de Cuernavaca, sin darse un baño de masas, salió a hombros por la puerta grande de La Riviera entregada. La sala respondió con griterío enardecido mientras las canciones se descolgaban como fruta madura. La fuerza del metal y las cuerdas superaron la voz de León Larregui con solos de guitarra agradecidos y estribillos contagiosos. El rock potente y pegadizo, junto al entusiasmo, llenaron los vacíos dejados por el final de las canciones en su primera visita a España. El montaje luminoso de Zoé cuidó su acierto con calidez exquisita durante el repertorio entero. El disco nuevo, Aztlán, formó el grueso de una actuación que se afianzó con prontitud inesperada. Zoé fue dinamita aunque su vocalista se ancló distante sobre la tarima. Música, sí; el diálogo entre el escenario y el gallinero no parecía ser lo más demandado.
Arrancaron con el pop fresco de Venus para terminar con el final tecno de Hielo. La balada Arrullo de estrellas, cargada de tempo y sentimiento, cautivó con el teclado como protagonista inconfundible junto al momento romántico que propició la balada Renacer. La electrónica limpia tuvo una importancia capital en Temor Y Temblor. Las letras lanzan optimismo de contagio adolescente. La banda supo conectar con un público joven y resiliente. Hubo dosis de ternura y ritmo repartidas con intención estratégica y ganas de diversión. Zoé son punta del rock sudamericano con textos en español.