El sentir popular, expresado como desencanto generalizado hacia la clase política, se vuelve a lanzar a la calle. Lo ha hecho de forma masiva, aplastante y pacífica. Como en la mejor época del Movimiento 15-M reivindicativo, su presencia se palpó sobre el asfalto madrileño. El 15 es una fecha con carácter globalizador, ha saltado de una minúscula definición académica a gigante propuesta colectiva, imparable. Los indignados cada vez son más y las injusticias cometidas por quienes dirigen el destino de su comunidad dejan de estar escondidas; los recortes sociales son el pan nuestro de cada día y el nerviosismo ciudadano tiene en la protesta su vía de expresión democrática. El pueblo dice lo que siente a través de la Democracia: lo expresa en las urnas y en la vía públca. El 15-M y su mundo, cada vez más extenso, ha dejado de ser una acampada improvisada con tintes anarquistas, convirtiéndose en una conciencia social que cuenta con una masa creciente de adeptos sin que los poderes institucionales se movilicen.

Las manifestaciones del 15-M han encontrado heredero. El relevo social, en un ambiente de depauperación económica y política, ha sido tomado por el 15-O. El baile de siglas ronda a una cadena humana que se esparce a nivel internacional como la pólvora. Los inconformistas dejan de ser un puñado de jóvenes lanzados a las calles para convertirse en el sentir de la población genérica. Madrid celebró, junto a 350 ciudades de 45 países, una jornada de protesta mundial contra los poderes institucionales y económicos: abanderados de una sociedad cada vez más mercantilista y manipuladora. A casi un mes de los comicios generales en España, el 15-O surge como una advertencia hacia los políticos de que el pueblo no está ciego, que es hora de mirarse el ombligo y notar como su piel va llenándose de roña. El 15-O se ha internacionalizado, el 15-M deja de vivir como una hijo bastardo de la juventud ociosa (porque está parada). Ha despertado un eco social sin precedentes, ayudado por el malestar económico generalizado. Economía, política, asuntos sociales y educación caminaron de la mano por el trayecto que une Cibeles con Sol. La calle de Alcalá se convirtrtió en un dragón multicolor, lustrado por un cielo desértico. Fue marea de una sola voz y ciempiés de militancia convencida; hormiga trabajadora sin trabajo, pasión encendida, esclava de su realidad, anaconda urbana.

Los bebés en brazos sonreían con su inocencia de leche. La crisis económica islandesa de 2008 nos ataca a todos. Hasta los perros que sirvieron de acompañante en la manifestación se sentían nerviosos. “Organiza tu rabia", “Las cajas, nuevo Botín”: increpaciones callejeras hacia parlamentarios y banqueros, causantes de este malestar efervescente. Las transformaciones económicas están unidas a las políticas sociales. La manifestación del 15-O reclamó una sociedad que no caiga en el sueño del continuismo actual, aupó, con su voz y su presencia, la lucha por los derechos que toda persona se merece, defendidos sin violencia. Los gurús financieros pronostican una nueva recesión para el 2012, de ahí la inquietud de este movimiento ante recortes que no van enfocados hacia una reducción de gastos sino a una desidia por buscar soluciones. No se dejó de lado la necesaria reducción del gasto militar, 8.500 millones de € para 2011; tampoco cayó en el olvido la financiación de la Iglesia.
La manifestación de Madrid estuvo guiada por el pacifismo y la lucha contra la inacción política.

Los datos y los hechos cantan. Los empresarios pagan menos en negocios abocados a la quiebra, excepto multinacionales políticas. El mundo cuenta con 205 millones de parados y en España la cifra ronda los 4.226.744 desempleados. Las Pymes sufren el acoso del liberalismo económico y sus corporaciones industriales, ligadas a intereses políticos; el autónomo toca fondo.
El término generación perdida se hace mayor; los aspirantes al primer puesto de trabajo ven competencia en antiguos trabajadores de más de 40 años que salen a las calles en apoyo del 15-O. Madrid fue testigo. La precariedad laboral asciende a un 25,4%; el acoso en este entorno supera los dos millones de trabajadores y en 2010 fallecieron 737 en accidentes laborales. La gente cabreada ocupó la almendra central de todo el mundo para gritar rabia coordinada. “Parados, moveos, juntos podemos”. ¿Se tembalearán los cimientos de un sistema basado en el monopolio institucional? La salud fue tema de preocupación entre los miembros de esta marcha. Las listas de espera suben en un 23%, más de 200.000 personas carecen de cobertura sanitaria. Los recortes educativos contribuyen a formar pueblos más ignorantes. Durante este año escolar en Madrid se han reducido 2.500 profesores cuando se han contabilizado 14.000 alumnos más. El impago de hipotecas por falta de ingresos ha llevado al desahucio familiar, en propiedad o alquiler. La especulación bancaria con sus viviendas continúa y una familia sin hogar se ve obligada a seguir pagando su hipoteca. En el mundo existen 100 millones de personas sin hogar. Las cifras son preocupantes, los miembros de la marcha 15-O se escandalizan en voz alta; Madrid los acogió; las conciencias preocupadas se movilizaron.
Fue un basta ya universal.

La concordia popular reinó durante todo el recorrido. La Puerta del Sol volvió a ser tomada de manera pacífica; ha ido convirtiéndose en el centro de una revolución social que se está gestando cada vez menos en silencio. El trabajo de campo del 15-O consigue ganar terreno. La 9ª Sinfonía de Beethoven, con la noche de manto, incendió el centro de Madrid en un grito de internacionalismo global. Las calles adyacentes al centro se encontraban tomadas por un abrazo coral hambriento de honradez política. Este mundo tiene que cambiar.