A los políticos les encanta sacar los trapos sucios del contrincante para crear cortinas de humo que tapen los suyos (aunque, el tiempo termina aireando a todos por igual). Esta es un arma de doble filo que puede convertirse en el inicio de otro folletín con fondo de tragedia romana (el hijo que mata al padre) y comedia proveniente de la tragedia. Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en la estrella de otro culebrón que, aprovechando la cercanía de la Semana Santa, quiere vestir de trance dolorido. Todo ha estallado tras conocerse la denuncia cursada por la Fiscalía de Madrid contra su pareja, Alberto González Amador, por dos posibles delitos de fraude tributario y un presunto delito de falsedad en documento mercantil. Como no podía ser de otra manera, ella se siente atacada entre coronas de espinas y sábanas de indignación inmaculada. Es la enemiga del patriarcado estatal orquestado desde la Moncloa, dirigido por la mano negra de Sánchez. Hay que aplaudir su tenacidad contra un sanchismo que, en cuestiones de corrupción, está tan tocado como el Partido Popular.
Que el técnico sanitario-empresario-comisionista andaluz no hiciera manitas con Isabel Díaz Ayuso durante los años que se le investiga es algo anecdótico que no cambia el meollo de la cuestión. Entiendo que la privacidad no quiera revelar ciertos datos en la convivencia de pareja. ¿O sí que se compartieron? Si la mujer ofendida no tuviera un protagonismo político tan relevante, nadie estaría en pie de guerra: ni para defenderse de no sé qué ni para exigir dimisiones de alto nivel. Sea quien fuera su pareja, su amante, su amiga, su amigo, su hermano o su padre, Isabel Díaz Ayuso no es la única persona que ha sido calumniada en este país.

Llevar lo particular al terreno oficial es manipulador; transformar las pruebas en acoso: una constante que la señora Ayuso sabe dar la vuelta. Isabel Díaz Ayuso quiere politizar la corrupción para transvasar el agua a otro molino y coronar a Pedro Sánchez como capo del nido socialista donde hay más zánganos que obreros. Que la alta mandataria madrileña quiera hacerse la mártir trastocando los hechos, cuando ella no ha sido ni acusada ni perseguida, es la realidad. Si la pareja, o individualmente, está siendo objeto de una cacería en su entorno privado, los sicarios enviados por el enemigo han fracasado. Ella ha personalizado el incidente haciendo de su pareja un muñeco convertible en propiedad. Aquí hay mucho pan y cebolla prometido a la sombra de una palmera ibicenca, o mientras la brisa del atardecer madrileño acaricia un piso de Chamberí.

Cuando te encuentras con alguien que se lucró en los peores momentos de la pandemia nada bueno puede esperarse de esa persona. Cuando operaciones empresariales usaron el momento para llenarse los bolsillos con comisiones golosas de euros, algunos pusieron precio a nuestras cabezas. El dilema shakespeariano se convirtió en urgencia: ¿respirar o no respirar?
La presidenta de la Comunidad de Madrid hizo gala de su vituperio y flema chulescos tras conocerse la noticia. Su discurso lanzó ira contra un presidente corrupto que debería tomarse unas vacaciones en Costa Rica y, de paso, hacer las maletas para siempre cuando la honorabilidad del presidente español no está en juego sino la legalidad del Alberto González Amador. Su abogado, como hizo saber a la Fiscalía el 2 de febrero pasado, confesó la culpabilidad de su cliente. ‹‹Ciertamente se han cometido dos delitos contra la Hacienda Pública›› dijo Carlos Neira (inspector de Hacienda del Estado en excedencia).
El y tu más se apoderó de un discurso innecesario, con poca elegancia en la oradora. El morbo generado por la cercanía sentimental da qué pensar. Las especulaciones no sirven para nada. El caso Koldo encabeza el ataque contra desmanes socialistas con nombres y apellidos mientras se olvida a Naseiro, Bárcenas, Gürtel o Kitchen La diarrea verbal de Ayuso se anticipó a las explicaciones del afectado. Se vistió de arcángel San Gabriel enfrentándose a la serpiente que protege Ferraz.

Resulta chocante comparar los más de 25 millones de euros que la Comunidad de Madrid destinó al desarrollo del Plan de Acción de Atención Primaria y Comunitaria 2022-2023 con los 393 millones de euros que, en 2022, el Gobierno de Ayuso entregó a la empresa Quirón, fuente de ingresos del novio de la presidenta. Ayuso podía o no saber este dato, dependiendo de la complicidad sentimental con su relación actual. El dinero dado a la entidad privada se aprobó entre noviembre y diciembre de 2022, y se destinó a los hospitales de Móstoles, Villalba y Valdemoro, gestionados por Quirón. El presidente de Quirón Prevención creó la sociedad pantalla con la que González Amador canalizó parte del fraude a Hacienda. Fernando Camino, además de constituir la firma panameña utilizada por el comisionista hasta 2022, administra el negocio que compró las mascarillas en el pelotazo de González Amador. ¿Chocante o impactante? Demasiadas coincidencias derrumbadas como fichas de un dominó político-empresarial cercano a Isabel Díaz Ayuso. Se quiso llegar a un acuerdo pasando antes por caja que por el juzgado. El novio de Ayuso ofreció a la Fiscalía llegar a un pacto declarándose culpable de dos delitos para evitar el juicio.

A la presidenta madrileña le puede su lucha contra el socialcomunismo sanchista. Quien no sea culpable de manchas políticas, que lo demuestre con el ejemplo sin hacernos tragar su coprofilia institucional. Si Díaz Ayuso ha dicho tener constancia de que La Moncloa está ‹‹encima›› de este tema, ‹‹moviéndolo por los medios de comunicación››, ¿por qué ha callado?
IDA, acrónimo de Isabel Díaz Ayuso, ¿es una desequilibrada compulsiva o una hincha del enfrentamiento, con más verborrea que argumento sensato? ¿Por qué se meterá en las cosas de su novio? No confundamos la velocidad con el tocino; o sea, el amor con el presunto trato de favor.