Las guerras son animales sin conciencia porque nacen creando muerte. Se alimentan imponiendo la destrucción, viven gracias al empecinamiento del hombre que pretende llevar su razón a todas partes hasta las últimas consecuencias. La Historia ha llamado conquista a su contrariedad existencial. Por eso, la guerra contra Gaza es un feto mal gestado y bien parido. Las guerras se convierten en efemérides del santoral informativo, celebradas entre impotencia y conciencia social. Las convertimos en propiedad de nombre im-propios: hablamos de la guerra de Putin, la del ISIS, la del ISIS-K, la de Al Qaeda, la de Daesh, la de Boko Haram la de Bashar al-Asaad, la de Prigozhin y el Grupo Wagner, la del MNLA maliense, la de Benjamín Netanyahu. Hace un mes se cumplía medio año de supervivencia en Gaza. Un aguante zarandeado por el empuje invasor y la resistencia de los oprimidos. Lo aceptamos cada vez con más naturalidad. La distancia nos incita a ello. La sanción sobre el papel en un borrón que se lleva el viento de la diplomacia. La afinidad ideológica y los intereses económicos no esconden la mano que secunda el conflicto. El ataque contra Gaza es sietemesino, un leviatán incombustible, un paritorio de muertos. ¡Qué paradoja!, matar para seguir vivo... mientras otros se encuentran sometidos a la visibilidad del titular noticioso y una solidaridad despreciada. Abandono e impotencia sistémicos. Es la vergüenza del sentido común desnuda ante el sinsentido. Triunfadora.
Theodor Herzl fue quien fundó el movimiento sionista moderno a finales del siglo XIX. La crisis de los refugiados judíos tras el holocausto nazi fue la primera gran crisis migratoria moderna. La palabra ocupa aún no existía en los diccionarios. Todo comenzó en 1947, cando las Naciones Unidas acuerdan dividir el territorio palestino entre los judíos y los árabes. El cine se ha hecho eco de esta diáspora en un caso sucedido el mismo año, cuando los británicos detuvieron el barco Exodus 1947. El cineasta Otto Preminger dirigió y produjo la adaptación de la novela escrita por León Uris, protagonizada por Paul Newman. Éxodo narra la experiencia de 4.500 sobrevivientes al nazismo. El dominio británico en Oriente Medio cayó el 14 de mayo de 1948, cuando David Ben-Gurión declaró la independencia del nuevo estado de Israel. Gran Bretaña se quitó de un plumazo el polvo de los escombros dejados por la Segunda Guerra Mundial.
Criticar a Israel como genocida no es ser antisemita, llamar asesino a Netayahu no es ser antisemita, querer separar a palestinos de israelíes sí que es segregacionsita. Aniquilarlos bajo el pretexto de perseguir a Hamas se ha convertido en el nazismo del siglo XXI. Los ataques israelíes actuales pertenecen a una maniobra sobre el terreno basada en el aniquilamiento, una política de tierra quemada dirigida por ultimátums a terroristas y civiles. Apoyarse en la lucha contra este grupo armado es matar despacio antes que admitir una prepotencia demostrada diariamente. El conflicto expandido en la Franja de Gaza se puede analizar a nivel militar como un tablero de ajedrez bélico y expansionista. Desde el punto de vista humano, este engendro sietemesino crece descontrolado mientras se refugia en la masacre israelí. La huella de un semen putrefacto. |
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