El lema de los republicanos trumpistas, MAGA, se ha exportado a Europa a través de su ultraderecha convirtiendo este acrónimo en MEGA (Make Europe Great Again). Una grandeza contemplada por unos pocos que creen en el cierre de fronteras como la solución viable para que los problemas internos no se les vayan de las mano. Gane quien gane en las elecciones alemanas de hoy, será un proceso participativo el que triunfe no como sucedió los días 8 y 9 de noviembre de 1923, durante el Putsch de Múnich liderado por Hitler. Cabe recordar que en las elecciones de 1928, el NSDAP sólo consiguió 12 escaños (2,6% de los votos) en el Reichstag. La locomotora de Europa tiene el reto de levantar un continente sumido en los manteos de Trump y Putin negociando el futuro de Ucrania sin contar con el resto del viejo continente ni con Zelenski. Los comicios de hoy se comentarán como la posibilidad para aplastar al totalitarismo ultraderechista si bien todo se cierne en torno a una terna de gobierno que impide la mayoría absoluta y una entrada de la AfD como opción con argumentos populistas. A pesar de que Alternativa para Alemania cuente con adeptos fieles que hagan temblar los cimientos democráticos, se contempla imposible su liderazgo en un país donde un cordón sanitario histórico impide gobernar con partidos de pasado nazi como de Alice Weidel Su aparición como opción de gobierno en Alemania es celebrada por Elon Musk, Trump o incluso Víktor Horvan frente a las democracias europeas que resisten los embates de simpatía con el diablo neonazi. La de hoy es una batalla final entre la resistencia de la política dialogante y los radicales como si regresáramos a una Normandía hipotética. Los socialistas cuentan con un apoyo menguado que les permitiría formar alianzas. Las encuestas dan como ganador en estas elecciones a una alianza democristiana CDU/CSU seguida muy de cerca por la extremada derecha.
El 23F de hoy tiene un doble significado político: marca el recuerdo de una acción trágica contra la paz española y la consciencia en el planteamiento del nuevo orden germano y europeo (sino mundial). En febrero de 1981, el futuro de la política española era un secreto excepto para una minoría militar. Los ideólogos y ejecutores del golpe de Estado ya se sentían ganadores. España vivía un día tranquilo hasta el momento en que Antonio Tejero, imitador del soldado chusquero de 1936, gritó ¡todos al suelo! Hay que esperar al resultado de las elecciones que hoy se ponen en marcha para saber si algunos lo repetirán en señal de prepotencia xenófoba y ultranacionalista.
Al otro lado del Atlántico, las exaltaciones más o menos disimuladas de Elon Musk y Steve Bannon celebran una victoria muchos interpretemos como puñetazo a la democracia. No sólo Trump o Bannon (su exasesor de campaña en 2016) sino que el empresario y activista conservador se siente enamorado de Europa decidido a arrasarla como otro Atila con un rodillo de derecha peligrosa e instrumentalizada por el nazismo pujante. Mientras esto pasa en Alemania, el grupo Núcleo Nacional traslada su fiesta exaltadora del 23F a Ovideo. Nadie aceptará haber perdido ante la historia porque es lo más fácil de manipular. Incluso el tejerazo seguirá siendo el grito de guerra que hoy se coreará con fervor de himno nacional y exaltación patriótica. Alice Weidel no quiere perder el protagonismo de una fecha tan particular por sus coincidencias. Este día es recordado por la fundación en la antigua URSS del Ejército Rojo. Corría el año 1918. Uno después, Benito Mussolini funda en Italia el Partido Nacional Fascista. El Soviet Supremo de la República báltica de Estonia adopta el multipartidismo en 1990. En 2006, la editorial Salamandra publica en España el libro Harry Potter y el misterio del príncipe (sextoa entrega de la saga). ¿Quién será hoy el príncipe alemán?
Todo está por ver sin necesidad de que los tanques salgan a la calle como hizo Tejero en la misma fecha hace cuarenta y cuatro años para imponer su fortín nacional. Este sobresalto asustó a muchos, hizo huir a otros y enfervorizó a quienes desde entonces han seguido lentos pero fieles a un adiestramiento político en torno al Una, grande, libre que muchos, con Vox a la cabeza, jalean mientras apoyan el megaproyecto de una Riviera de Oriente Medio. Pero Alemania no es Palestina. |
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