La última vez que The Wave Pictures pisó suelo madrileño fue el 31 de enero de 2017 durante una gira española para presentar el álbum Bamboo Diner In The Rain. Cinco años después, eran esperados por un público hambriento de tararear la letra de sus canciones. Las ganas por verlos se palpaban antes de salir a tocar. El concierto comenzó con puntualidad anglosajona y el alborozo fue supino. El rock con aires folk e indie entró a matar desde la primera nota mientras la sala El Sol enmarcaba el nombre The Wave Pictures en las paredes de un ambiente alegre. Los saltos y los coros se mezclaron entusiasmados, sin juegos borrachines. El mástil de la guitarra que aporreaba David Tattersall parecía el hocico de un ratón nervioso. Las cuerdas agarradas a las clavijas de afinación eran bigotes saltarines que seguían un ritmo bailarín. Una sintonía de buen rollo se respiraba acogedora dentro y fuera del escenario. La intensidad de cada tono se afianzó como una ametralladora caliente. La armonía mantuvo el tipo sin caer en la monotonía de lo repetitivo. Tattersall le dio chispa a un concierto intenso. Su sonrisa fue un contrapunto a la tranquilidad amable de Franic Rozycki, cuyo rostro hizo de las gafas de sol su identificación. Simulaba a un hombre de negro sin traje oscuro y con presencia deportiva. Su tranquilidad cubría las espaldas de Tattersall y lanzó algún solo explosivo para dar juego a la parte eléctrica de un grupo a caballo entre el folk y el acento garagero. The Wave Pictures se encontraban tan contentos como agradecidos.
La velada resultó una fiesta en la que cada canción puso el listón más alto y los protagonistas lo superaron con creces. El sonido divertido tuvo momentos para la balada country en un espacio donde el rock primó con efusividad de directo limpio. Las palabras de David Tattersall presentaron a French cricket como primicia nacional haciendo algún chiste sin juego pero efectivo. Siguió la contundencia de Sugar encadenada con la tranquilidad en Jeniffer. Se permitieron versionar a 13th Floor Elevator en You're gonna miss me y a la Creedence en Sinister Purpose. También se sintió la presencia de The Who iniciales. El juego de imágenes en Stay here and take care of the chickens ensalibó el paladar con rock cercano. El momento más mágico se produjo cuando Jonny Helm dejó la batería para cantar Now you are pregnant, un tema marcado por el tiempo lento y mensaje. Él se encargó de salpimentar un concierto sazonado de por sí. Sus chistes de español gastronómico, y la entrega a su aprendizaje, le convirtió en estrella del espectáculo.
El mensaje de la banda funciona con frases directas que buscan diversión. Cada miembro tiene su personalidad definida: desde el hieratismo de Franic Rozycki hasta el nosferatu de Wilhelm Murnau que la calva de Jonny Helm acentúa, pasando por el aire aniñado de David Tattersall. Los toques de bajo y guitarra majestuosos o los marcados por la parte percusiva cerraron el círculo de aportaciones individuales en un grupo que necesita a todos para sobrevivir. La imagen amistosa está por encima del grupo musical y eso se nota en su trabajo. The Wave Pictures estuvieron radiantes y regalaron felicidad, en un recibimiento mutuo. Aportaron su grano de arena a una noche familiar. El público repetía y bailaba las canciones con enérgicamente. La celebración no paró hasta el último acorde, humedecida por la botella de güisqui que el vocalista vaciaba entre título y título. El trío británico arrasó con ganas de repetir. Su música porta esa alegría que sabe despertar vibraciones positivas con melodías agradables al tacto sensorial (no sólo sonoro).