Los textos bien estructurados nunca deben comenzar con una pregunta. Lo dice cualquier manual de periodismo. Después de ver
Venus surge la pregunta ¿cuántos tripis se han metido en el cuerpo la dirección de
Jaume Balagueró y su guion compartido con Fernando Navarro. El prólogo de discoteca tecno siembra el caldo de cultivo apropiado para desatar el protagonismo de la droga, aunque con menos gracia que un atraco asustado. La ristra de tópicos convertidos en locura dominante son artificiales es un homenaje al mal gusto marcado por una violencia lunática. La cotización de la desmesura es estratosférica cuando el nombre Álex de la Iglesia está en medio. Los personajes rellenan un guion insustancial, estéril de innovación. El inicio cercano a la resaca discotequera es ensalzado por la bailarina enfundada en una camiseta que sabe realzar sus atributos físicos. Los estereotipos comienzan.
La rapidez se apodera de las andanzas posteriores en lo que pretende ser una jugada maestra del robo. Las reyertas impuestas a golpe de puñaladas y disparos marcan el ritmo de un baile torpe. La promesa enigmática se reduce a una salvajada con todas los características de la casa Alex de la Iglesia. El historietista inicial, convertido en productor dentro de
The Fear Collection desde 2020, ha impreso el mal gusto y ferocidad que tanto ama. El ajuste de cuentas con crímenes incluidos es un daño colateral que origina el robo de la propiedad privada (aunque sea ilegal). Un aquelarre formado por las villanas de la película es el accesorio chistoso puesto para decorar lo tétrico con ganas de infundir miedo cuando producen risa. La imagen femenina se siente apoyada por un espaldarazo de tebeo a su empoderamiento que, ya quisiera
Arnold Schwarzenegger, es capaz de graparse el abdomen para curar las heridas que anticipan un cadáver. Su resurgimiento está movido por el desquite a través de impulsos inverosímiles, fiables para conseguir un cierre pirotécnico. Las incongruencias se encadenan hasta alcanzar un final donde, como era de esperar, el bueno triunfa sobre el malo. Se mezcla el cine del Oeste con el perdón religioso. El error de robar a los jefes es subsanado por una gesta postiza.