Las integrantes de este club literario no han sucumbido ante la
COVID-19 gracias a la tecnología. Ahora, alejadas de la fuerza presencial, se encuentran enganchadas al mismo embrión comunicativo a través del cordón umbilical por videoconferencia llamado
Zoom. El invento de
Eric Yuana las ha mantenido unidas, apoyadas escasamente por los libros y necesitadas del carisma que la conexión humana proporciona. La finalidad superviviente de
Book Club. Ahora Italia no ayuda a mantener su intensidad literaria cultivada en la
película anterior. Esta idea, que terminará por abonarse al producto por entregas, es una secuela que necesita seguir viviendo a través de deseos y angustias compartidos.
La literatura pasa al plano secundario en un círculo de amigas que, bajo la escusa ligera del matrimonio, necesita saltarse las normas para el abrazo físico y lanzarse a una aventura tan poco romántica como turística. Su diversión casera cansa pronto. El compañerismo femenino no se revaloriza en este largometraje insulso sino que el cachondeo entre amistades poco peligrosas disfruta sus correrías de adolescente sobre praderas artificiales. Poner a la figura de
Paulo Coelho como recurso erudito, amparado en
El alquimista, para dar un aire de intelectualidad acentúa los flecos rotos de un metraje secundario y simple.