La mitología ha poblado los mares de criaturas gigantes para alimentar la fantasía humana, muchas veces transmitiendo una idea terrorífica. Los kraken, calamares inmensos encargados de defender los mares de otros seres igual de desconocidos: las
sirenas, forman el grueso de esta aventura acuática. Ahora, la presencia delicada de estas últimas se emparenta con lo malvado en un deseo de alcanzar la supremacía marina. Algo que se ha guardado como secreto familiar hasta este momento sale a la luz, cegando la vida de Ruby Gillman. Sus padres, Agatha y Arthur, decidieron enterrar el pasado para sobrevivir en un mundo de humanos sin levantar sospecha. Kirk DeMicco y Faryn Pearl cambian el concepto de leyenda negra que ronda al cefalópodo, metamorfoseado en ser humano, para integrarlo en el mundo terrestre a través de una fábula marina. La animación suaviza la percepción oscura de los kraken para convertirles en seres comunes, capaces de pasar desapercibidos en un ambiente lejano de su naturaleza. La figura infantil se ve reforzada con una ambientación abanderada por la tecnología donde los problemas púberes circulan desde la familia hasta el instituto.
DreamWorks Animation se zambulle en los mares para traer un historia de descubrimiento por partida doble. Los 16 años de Ruby se encuentran en esa etapa crucial que marca el salto a la adolescencia, con baile de fin de curso por medio, mientras encuentra accidentalmente su origen. Los acontecimientos se suceden de manera previsible a pesar de que hechos inesperados, protagonizados por figuras sobrenaturales, están sujetos a la sorpresa. No obstante, nada sorprende en una película agitada por el colorido y la fuerza de los entornos visuales.