Las abejas y las avispas no se llevan bien. Mientras las segundas se caracterizan por su agresividad, las primeras tienen a la sociabilidad como comportamiento identificativo. La vida retirada le va a Adam Clay, un hombre de apariencia sosegada que destruye a las abejas molestas. Su papel de colmenero retirado muestra una tranquilidad que, desatada, reparte tortas a diestro y siniestro. Los puños son su vocabulario. Mata abejas molestas para mantener el equilibrio de la colmena hasta que ve cómo avispas voraces despluman a la gente. La
minería de datos engorda negocios que utilizan la inocencia para inocular su veneno en forma de
software maligno, auspiciados por la corrupción gubernamental. Los tiburones de las finanzas oscuras hacen del delito la manera de enriquecerse. La confianza en el desconocido manipulador engatusa a la inocencia desentrenada en informática. La vulnerabilidad es el corazón de una película sin latido emocional.