Los elementos visuales se imponen a las ideas del guion con formas volumétricas. El movimiento acompaña a la música de Nikolai Rimsky-Korsakov que, lejos de hacerse pesada, se integra con prestancia. La dulzura inicial se trasforma en sensación huraña, los malos modos de un gato egoísta ganan terreno hasta el final fortuito de sus días que significará un comienzo igual de inesperado. El suceso desarrolla un argumento que pasa por la muerte y recuperación de la vida bajo perfiles diferentes, sometidos a la suerte del destino. El toque celestial se parece más a una sala de espera de cualquier ambulatorio que al recibimiento de San Pedro de los gatos. La aparición de este mundo aumenta el grado de fantasía con tonos cómicos y moraleja sin adoctrinamiento, fácilmente asimilable por el público infantil (su destino principal). 10 vidas está diseñada para divertir; luego viene la reflexión que no huye del ambiente juguetón. |
Un abanico reducido pero jugoso de personajes, además del lindo gatito y la investigadora soñadora, encaja con buen pie en esta trama alborotada. Bill Nighy pone voz al profesor manipulador que utiliza a Rose para impedir sus descubrimientos. La cooperación musculosa e inepta de dos hermanos esconde a dos trozos de pan. Más manipulación. Larry, es el exnovio entrometido, genio de las ciencias y, como no podía ser de otra amanera, con problemas para la convivencia con los félidos. Beckett es un tejón, un perro, ratón, cucaracha, tejón o un caballo mientras descubre el peligro que esconde el mentor amable de su dueña. El segundo largo dirigido por Christopher Jenkins, inseparable del cine animado, tiene distracción y pensamiento; le cuesta entrar pero consigue afianzarse gracias a las identidades de un micifuz que aprende a madurar con ellas. La mirada de Beckett, sin importar a quien pertenezca, se distinguirá por la heterocromía que recuerda a David Bowie.
El enredo recorre la aventura, el peligro y la comedia con varios mensajes sobre la conservación apícola y el egoísmo (tanto humano como gatuno). El movimiento goza de la compañía de una música que, lejos de hacerse pesada, se integra con dulzura. 10 vidas es digerible, de tratamiento sencillo y mensaje abierto a hacer de nueve vidas una continuidad que no olvida el pasado. |